05 marzo 2014

El camino Lebaniego. Etapa 2: Requejada - Cóbreces

Lunes, 9 de septiembre de 2013

21,4 km 5 horas 30 minutos (1 hora de descansos)

Llegando a Barreda
Amanece un nuevo día en Cantabria. Antes de que salga el sol ya me he levantado, aseado y puesto en marcha. He desayunado en el bar frente al albergue y ya estoy inmerso en esta segunda etapa del Camino Lebaniego.

Mis primeros pasos rememoran los que ayer di para llegar hasta la parada del autobús que me llevó a Suances: salir de Requejada en dirección a la chimenea humeante de Solvia y luego, al llegar a Barreda, cruzar por un puente las vias del tren y por otro el cauce del río Saja.

Río Saja
Peregrino en la sombra
El camino continúa por la carretera que lleva a Suances hasta que unos metros más adelante se desvía a la izquierda por un carril peatonal asfaltado de la carretera que lleva a Campiengo. Antes de llegar a este barrio de Santillana del Mar, queda a la izquierda el desvío bien señalizado al Albergue Arco Iris. Llego a este punto en torno a las 9 de la mañana. El día de hoy es soleado, aunque múltiples nubes decoran de gris y blanco el azulado cielo de finales del verano.

Colegiata de Santa Juliana en Santillana
Caminando hacia Santillana del Mar
Un poco más adelante tomo un desvío a mano derecha para descender hasta la ilustre población de Santillana del Mar. La conocida como villa de las tres mentiras (no es santa, ni llana ni tiene mar) me recibe con una inusitada tranquilidad. Son las 9:30 y todavía no han llegado las miriadas de turistas que suelen deambular por sus calles. Aprovecho para sacar unas fotos de la Colegiata y descansar un poco. Al lado de la Colegiata está el pequeño albergue de peregrinos de la localidad.
Esa bella villa llamada Santillana

En ese momento llegan al pueblo los peregrinos españoles que ayer durmieron en el mismo albergue que yo. Charlo un rato con ellos y en cuanto veo que empiezan a bajar por las calles del pueblo grupos de turistas decido continuar la marcha. Es este un pueblo muy bonito declarado “conjunto histórico-artístico”. Atravieso sus dos calles principales y desde la plaza del ayuntamiento subo por la Calle de los Hornos, pasando junto a un camping (o entre las dos partes de un camping) y salgo de la población.

Hacia la iglesia de San Pedro
Las agreste Cordillera Cantábrica
El camino continua por varias carreteras poco frecuentadas pasando por El Arroyo y Oreña. Antes de llegar a esta población, una carreterita a mano derecha nos conduce hasta la Iglesia San Pedro de Oreña en lo alto de un cerro, iglesia que vemos en lontananza durante un buen rato. Desde ella se pueden ver a lo lejos la vecina cordillera cantabrica por un lado y el mar por otro. Otra pista asfaltada desciende hasta Caborredondo donde sobre las 11:30 decido hacer la primera gran parada del día. Hay un bar al pie de la carretera. Otros peregrinos están almorzando en la terraza, y decido unirme a ellos.

San Pedro de Oreña
Me pido un buen bocata de bacón con queso y una coca cola y entablo conversación con los otros peregrinos. Hay una pareja de alemanes y una muchacha suiza llamada Tamara. Después de charlar sobre el camino me cuenta que un par de días antes ha tenido problemas, cayendo enferma y que el hijo del hospitalero de Santa Cruz de Bezana se ha portado muy bien con ella. Toda nuestra charla es en inglés, idioma más utilizado en el camino casi al mismo nivel que el castellano. Después de llevar un par días usándolo con los múltiples peregrinos que no hablaban español, ya voy manejándome con él no sin algunos problemas.

Contraste de colores en el camino
No terminamos de acercarnos al mar
Tamara, con algo de apuro me pide que si le puedo traducir un texto, ya que según dice, controlo bastante el inglés (mmm…) Yo al principio no entiendo muy bien lo que quiere, si traducirle una nota o que (está siendo algo enigmática), pero accedo a hacer lo que pueda. En ese momento me saca una carta en español que le había escrito el hijo del hospitalero de Bezana al despedirse. Me pide que se la traduzca al inglés, que ella no entiende nada de español. Me pongo manos a la obra, tratando de hacerlo lo mejor que puedo, y eso que es una carta escrita con muchas metáforas y un poco “poética”. En ella habla de cosas que ellos se habían dicho los días que habían convivido y le pide que no le olvide. Ella se emociona y también los alemanes que la acompañan. Parece que el muchacho en cuestión era singular. Se guarda la carta con cuidado y se marchan. (Por casualidad el destino me llevará a conocer a este muchacho, pero eso será un par de días después)

Vaya pareja
San Martín de Tours
Después de vivir este momento singular, reanudo la marcha. Pasan unos minutos del mediodía y la verdad es que hace calorcito y el sol brilla en lo alto de un cielo tapizado de nubes hechas jirones. En menos de media hora llego hasta Cigüenza, donde destaca la Iglesia de San Martín de Tours. Salgo de esta población y continúo por carretera dirección Cóbreces, final de la etapa de hoy. Un poco antes de llegar veo un desvío a mano derecha hacía el pueblo de Toñanes, donde están mi compañera Pilar y su familia pasando unos días de asueto. Como vimos que coincidíamos por estos parajes en las mismas fechas, quedamos en intentar vernos y tomar algo. Luego les llamaré.

Nos acercamos a Cóbreces
Iglesia de San Pedro
Playitaaaaaaa
Pronto me acerco a Cóbreces. El camino baja al pueblo y me lleva a tomar varias calles en subidas y bajadas para volver nuevamente a la carretera por la que venía al principio. Delante mío observo que caminan la pareja de peregrinos alemanes con los que almorcé en Caborredondo. Salgo a la zona donde destacan la Iglesia de San Pedro con su fachada color rojo y la abadía Cisterciense de Viaceli, a la cual pertenece el albergue de peregrinos en el que deseo hacer noche. La pareja alemana da una vuelta por la zona y se aleja. Supongo que continuarán hasta Comillas.

Al no haber ninguna señalización y tras rodear la abadía, llamó al timbre y no recibo respuesta. Merodeo por la zona y cinco minutos después insisto en el timbre de la abadía. Finalmente me contesta la portera y me indica que el albergue es un edificio que está en el solar de enfrente, que está la puerta abierta y me puedo instalar tranquilamente. El Hermano que lleva el albergue ha salido y ya se pasará por la tarde.

Arenal de Luaña con la marea baja
Así pues, bajo al algo destartalado albergue, un edificio de una sola planta en el que hay una gran habitación con las camas en fila y al fondo los baños. Me instalo y me ducho. Llegan un par de peregrinos alemanes. En cuanto estoy listo, me bajo hasta la playa de Luaña, que está a unos 800 metros del albergue. Cuando llego, el reloj marca las 14:30. Como he almorzado fuerte, no tengo mucha hambre y decido tomar el sol, darme un baño y pasear por la playa. La marea está baja y, como es natural en todo el litoral cantábrico, deja al descubierto una buena porción de arena por la que caminar. Disfruto de los rayos de sol que en este momento caen con fuerza y decido ponerme la camiseta no sea que me queme.

Pasadas las cuatro de la tarde decido volver tranquilamente al albergue. El cielo se está nublando poco a poco. En el albergue veo que ya ha bastante movimiento. Volvemos a ser prácticamente los mismo que los dos días anteriores, más un par de alemanes “nuevos”. Cuando llego veo a Anna tomando el sol y charlo un rato con Karl y Sara. Al día siguiente Karl intentará volver a caminar, esperando haberse recuperado de sus molestias en la rodilla.
Peregrino en la playa

Los otros españoles también han llegado. Charlo un rato con Jorge, veterano peregrino vasco que por lo visto también tiene pensado hacer el Camino Vadiniense. Ahora mismo camina junto a cuatro amigos que luego seguirán otros caminos (alguno se va para casa y otros continuarán por el Camino del Norte). Me habla de ir juntos, pero yo no le aseguro nada, ya que en principio tengo pensado hacer los 22 kilómetros que desde Cóbreces nos separan de San Vicente de la Barquera en dos tranquilas etapas, haciendo noche en Comillas, mientras que él piensa hacerlo en una sola (como es más lógico). Ya veremos…
Iglesia de San Pedro

Me comentan que ya ha llegado el Hermano que se encarga del albergue. Es un simpático anciano que me cobra los cinco euros y me sella la credencial mientras charlamos. Se le ve ya muy mayor y tiene dificultad para andar, lo que no le impide acercarse al albergue y preocuparse por los peregrinos.

Voy a comprar unos víveres junto a Anna y cuando vuelvo comienza a llover. Mucha gente tenía ropa tendida fuera y la metemos, ya casi seca, dentro del albergue.

Abadía cisterciense de Viaceli
Durante la tarde he contactado con mi amiga del trabajo Pilar y hemos quedado en que me vienen a buscar para ir a cenar por ahí. Así que en torno a las 20:00 aparecen en su coche Pilar y Goyo junto a su pequeño Santiago, y nos vamos a cenar al restaurante La Parientuca en Novales. Después de dar un paseito por el pueblo y ver un antiguo molino, como se pone a llover de nuevo, nos dirigimos al restaurante, donde hacemos algo de tiempo tomando unas cañas. Luego nos metemos una abundante cena entre pecho y espalda. Charlamos amigablemente, comentando yo mis peripecias y sensaciones en el camino y ellos su visita a Cabárceno entre otras cosas.

Monte y playa unidos bajo un cielo azul
Al terminar me llevan nuevamente hasta Cóbreces y nos despedimos. Son las 22:30 cuando entro por la puerta del albergue, frente a la abadía de Viaceli (que por suerte no cierran por la noche, que si no me hubiera quedado fuera). De nuevo ha sido una jornada muy completa rematada por una gran cena en una gran compañía. Muy contento y animado por las gratas experiencias del día me voy a dormir. Aquí ya esta todo el mundo acostado por lo que  tratando de hacer el menor ruido posible me meto en el saco y me duermo.

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