25 abril 2014

El Camino Lebaniego. Etapa 6b: Potes - Santo Toribio - Potes

Viernes, 13 de septiembre de 2013 (tarde)

8 km ida y vuelta (1 hora 30 minutos) 

Cruce con escultura peregrina y cruz
Después de haber comido, haberme instalado en el albergue y haber pasado bajo la ducha reparadora de cada día, me dispongo a realizar una caminata vespertina que ponga un punto y seguido en la presente aventura.

Para llegar al destino final del camino Lebaniego, una vez en Potes, hay que seguir la carretera CA-185 dirección Fuente Dé. A la salida del pueblo hay que tomar la carretera que surge a la izquierda en dirección al Monasterio de Santo Toribio. Una escultura en bronce de un peregrino con la cruz y la concha en el pecho marcan el cruce de caminos. La concha define a los concheros que van a Santiago y la cruz a los crucenos que caminan hacia Santo Toribio.

Más peregrinos (o crucenos)
Ermita en lo alto del monte
Sigo esta carretera en ascenso mientras paso a una pareja de peregrinos ya mayores que cargados con sus mochilas apuran los últimos kilómetros de la etapa. Pronto supero el camping la Viorna situado al pie de la carretera. Voy a gran velocidad ya que son las 17:30 pasadas y el monasterio cierra a las 19:00.

Parte de la portada
En algo menos de media hora recorro los tres kilómetros de esta carretera. Cuando me acerco al monasterio el sol cae lentamente frente a mí, deslumbrándome, a punto de esconderse por detrás de las montañas que hay tras el edificio monástico.

Así pues, en torno a las seis de la tarde llego al final de la primera parte de mi peregrinación. Los enormes aparcamientos del lugar están desiertos y son solamente ocupados por tres o cuatro vehículos.

Monasterio de Santo Toribio de Liébana
El monasterio está compuesto por varias edificaciones entre las que destaca la iglesia de estilo gótico. Actualmente ocupa el cenobio una pequeña fraternidad de hermanos franciscanos. En el interior de una de sus capillas se venera el Lignum Crucis, los restos de madera más grandes que se conservan de lo que se supone fue la cruz en la que murió Jesucristo. Está serrado en forma de cruz, dejando integro el agujero en el que clavaron una de las manos de Cristo. Se encuentra incrustado en una cruz de plata dorada.

Visito la iglesia, reposando tranquilamente durante un rato y meditando sobre mis cosas. Visito el claustro románico y pregunto por la Lebaniega a una muchacha que da información sobre una exposición que hay allí. La lebaniega es el documento que acredita haber realizado la peregrinación (similar a la Compostela). Me dirige a la tienda de souvenirs que hay pegada a la iglesia, explicándome que allí me atenderán, aunque cree que ya no tienen.
Nuevamente la ermita 

Me dirijo a la tienda en busca del preciado documento, pero me encuentro con que efectivamente no quedan*** . Se ve que solo se imprimieron en gran cantidad por el año jubilar y ya se han acabado. Triste manera de poner colofón al camino. Evidentemente es solo un trozo de papel, poca cosa en comparación con la experiencia del camino y su recuerdo indeleble en la memoria, pero siempre es bonito tenerlo como recordatorio. La mujer de la tienda busca en unas cajas, y encuentra otros documentos que son una especie de copias de la bula papal por la que Julio II ratifica el jubileo en el cenobio de Santo Toribio escrita con caracteres góticos (o algo así). Me dicen que o bien me entregan una copia de ese documento o que coge mis datos y que en el momento que reciban más ejemplares de la Lebaniega me la enviaran a casa. Tienen un listado con los peregrinos que hemos ido llegando y pidiendo el documento. Como me dice que ambas cosas son excluyentes, o una u otra, decido dejar mi dirección.

Vistas de Potes desde el cenobio
La verdad es que le doy mis datos sin muchas esperanzas de recibirlo, pero quien sabe. Igual un día recibo la sorpresa. Recorro el lugar, realizo unas fotografías y me vuelvo para Potes. Mañana, cuando comience el Camino Vadiniense volveré a pasar por delante del monasterio (y en su día de Fiesta Mayor).

¡Fiestas de la Cruz!
Llego de nuevo a Potes a las siete de la tarde. Veo un cartel de las fiestas y observo el programa de hoy: presentación de peñas y entrega de pañuelos frente al albergue, concurso de karaoke y discoteca móvil en la plaza de la Serna (a 200 metros del albergue) y actuación de “El Jalisciense” en un templete aún más cerca del albergue. Eso me suena a mexicano. Seguro que voy a tener una noche movidita y aderezada con gritos rancheros. ¡Viva!

Peregrino junto a estatua de peregrino
Voy a la farmacia a comprar unos “compeed” ya que parece que tengo un principio de ampolla en uno de los dedos de mi pie derecho. Es un lugar en el que suelen salirme de vez en cuando pequeñas ampollas, que aunque no muy dolorosas, si son un poco molestas. También realizo unas compras para la cena (croisaant de jamón y queso, donuts y copas danone) y unas chocolatinas Twix pensando en el día de mañana.

Regreso al albergue. Me descalzo, me limpio un poco el pie y me aplico el compeed. Espero que la pequeña ampolla no me perturbe mucho en mi caminar. Descanso un poco, sentándome frente al ventanal que da al río, con el pie al aire y me tomo una cervecita con limón bien fresquita que había guardado en la nevera antes de subir al monasterio.

Desfile de peñas
Al rato coincido en el albergue con el resto de sus habitantes. Hay un peregrino de edad avanzada que llegó hace un par de días y se ha quedado para asistir a la Fiesta de la Cruz. En una habitación cerrada con una cadena hay una pareja que al parecer son artesanos que venden sus artículos en un mercadillo de las fiestas y el ayuntamiento les ha permitido pernoctar durante estos días en el albergue.

Habitación del albergue
Charlo un rato con todos ellos. Después decido salir a dar un paseo por la calle principal del pueblo mientras saboreo un helado de fresa (el último Regma que podré degustar en esta peregrinación). Asisto al desfile de peñas de las fiestas. Hay mucho ambiente. Al parecer son unas 30 peñas formadas por unos 900 miembros. Me voy al albergue a cenar algo y desde la ventana de mi habitación contemplo la presentación de peñas y el chupinazo que da inicio a las Fiestas de la Cruz.

Inicio de las fiestas desde el albergue
Se hace de noche y el jolgorio y el cachondeo se perciben en el ambiente. Salgo a la calle y me uno a la multitud. Están terminando el reparto de pañuelos, que han realizado por peñas al pie de la Torre del Infantado. Al parecer sobran y anuncian que los que quieran y no tengan pueden ir a por el suyo. Me acerco y amablemente me dan uno a mí también. No he conseguido la Lebaniega, pero me llevo el pañuelo de las fiestas como trofeo. Como estoy algo cansado y ya son las 21:30 me retiro al albergue a intentar descansar.

El peregrino con la pañoleta de las fiestas
Por suerte, el edificio está bastante bien insonorizado y el gran estruendo exterior se percibe solo levemente en el interior. A pesar de todo, llegado el momento escucho una especie de rancheras y de gritos que acompañan a la música. Cuando termina el “Jalisciense” llega el momento de la discoteca móvil. Durante toda la noche percibiré el pum-pum y un leve temblor acompañando el ritmo frenético de la música de baile.

Lo bueno de estar tan cansado es que ni David Guetta puede perturbar mi sueño.

Mañana comienza un nuevo camino, continuación del Lebaniego.

Mañana iniciaré el Camino Vadiniense.

*** (ACTUALIZACIÓN AGOSTO 2014: Hace unos días he recibido en mi casa un sobre grande tamaño folio enviado desde Santo Toribio, Potes, donde finalmente me enviaban la Lebaniega. Ha sido una grata sorpresa. Agradezco desde aquí a la persona que tan amablemente se ha encargado de enviarme este entrañable recuerdo de mi peregrinación) 

1 comentario:

bureles_5 dijo...

Hola Miguel,buen camino tengas en el Vadiniense y lo describas tan bien como en el Lebaniego,cojeré estos apuntes con tu permiso,para poder realizarlo pronto si Dios quiere,pues de verdad me entusiasmó muchismo tú escrito sobre ese camino,un relato como pocos,algo extraordinario,te deseo lo mejor de esta vida y recibe de este un fuerte abrazo de peregrino,buen camino