31 julio 2014

Camino Vadiniense. Etapa 8: Fuente Dé - Portilla de la Reina

Domingo, 15 de septiembre de 2013 

25 km (más o menos) 6 horas

Amanece un día nebuloso
Me despierto por vez primera cuando mis compañeros de refugio se levantan con las primeras luces del día. Yo decido continuar en el saco un poco más, ya que quedé con el del camping en desayunar en torno a las 9.

Vuelvo a dormir una horita más y sobre las 8:40 me levanto. Me da la impresión de que el día es muy oscuro y al salir al exterior compruebo que está lloviendo levemente y que las nubes están muy bajas, por lo que seguramente deberé caminar entre la niebla. Es una pena porque hoy me enfrento a una de las etapas más bonitas de esta ruta vadiniense y con lluvia y niebla puede que no la disfrute en todo su esplendor.
Recepción del camping y niebla

Bajo al baño y me dirijo al bar a desayunar un café con leche y unas tostadas con mantequilla y mermelada.

A las 9:30 ya estoy preparando la mochila y poniéndome las lentillas con las que me será más cómodo caminar entre la niebla. Me preparo con ropa en “modo lluvia”, pero no “lluvia extrema”: dejo la capa de agua y el pantalón chubasquero en la mochila pero eso sí, a mano, que nunca se sabe...

Parece Scooby-Doo!!!
A las 9:45, bajo una finísima lluvia, abandono el camping. En la puerta me encuentro una furgoneta verde “Volkswagen Kombi” conducida por un simpático personaje…(ver foto).

Con una leve y fina lluvia (ni siquiera podría denominarse calabobos ni orbayu ni chirimiri) y bancos de niebla que van y vienen comienzo la etapa de hoy caminando por la Senda de la Remoña que está señalizada como el sendero PR-S15. Enseguida me encuentro con varias flechas amarillas que me afirman que voy por el buen camino. También encontraré varias señales en estacas de madera con el símbolo del camino y la leyenda “Ruta Vadiniense”.

Peregrino en la niebla
Panorama fantasmagórico
En la primera hora me encuentro un par de cruces bien señalizados. En uno de ellos el camino enlaza con el que debe venir directamente desde Pido. En este tramo voy continuamente en subida. Siento pena al no poder contemplar el gran paisaje que supongo se esconde tras las nubes. A ratos estas abren un poquito y puedo atisbar algo de la naturaleza que me rodea.

Llegando a los invernales de Berrugas
La señalización es más que suficiente
La niebla vuelve a rodearme
Sigo subiendo  por el camino, que es una pista ancha por la que se camina sin problemas. En cada desvío compruebo que se ha señalizado recientemente con flechas amarillas que impiden a uno perderse. Paso por los invernales de Berrugas y pasada una hora desde el camping ya he cogido altura y voy por la ladera escarpada de lo que supongo que debe ser Peña Remoña.

El itinerario marcado con relucientes flechas amarillas me lleva por la senda de la Remoña. En un primer desvío voy hacia la derecha en subida y posteriormente no tengo en cuenta un nuevo desvío señalizado que me llevaría al Collado de Valdeón. Continúo de frente. Las flechas amarillas (a septiembre de 2013) y las estacas señalizadoras le impiden a uno perderse.

Ojo, no coger el desvío a la derecha
Bosque de hayas y hadas
Después de un pequeño descenso me vuelvo a adentrar en un bosque de hayas que junto a los retazos de niebla y al sol que intenta hacerse paso confieren al paisaje de una magia especial. Salgo otra vez a campo abierto y tras un breve y ligero descenso llego hasta donde un cartel me avisa de que estoy adentrándome en el Concejo de Valdeón, tierra castellanoleonesa.

El camino hacia Valcavao
La niebla no termina de remontar
Un giro a la izquierda en el camino y luego un nuevo giro a la derecha me conducen al ascenso de la Horcada de Valcavao. El camino discurre en todo momento por una pista transitable incluso para vehículos todoterreno. De hecho, me cruzo con uno que desciende en dirección contraria a la mía. Según voy ganando altura, voy dejando la niebla atrás. Cuando vuelvo la vista hacia el camino recorrido, me encuentro una bellísima estampa montañosa, con Peña Remoña intentando sobresalir y escapar de la niebla.

Peña Remoña quiere asomarse
Afronto la última subida
A punto de llegar a la Horcada
Al fin en lo alto
Aproximadamente dos horas después de comenzar la marcha llego al punto más alto de la etapa de hoy y de mi camino, la Horcada Valcavao. Realizo aquí mi primera parada del día y aprovecho para disfrutar de las hermosas vistas que me ofrece el día. La niebla se va disipando poco a poco y las montañas aparecen y desaparecen bajo su manto. Tomo un kitkat y realizo las fotos de rigor. Estoy en uno de los lugares más bonitos de todo este camino Vadiniense.

Media hora después de llegar reemprendo la marcha. Flechas amarillas y unos paneles indicadores señalan la dirección en descenso hacia el Puerto de Pandetrave.
Peña Remoña , niebla y mochila



El peregrino sintiendo la naturaleza en su interior
Peña Remoña saliendo de la niebla

















Peregrino antes de afrontar el descenso
Menuda maravilla
 Disfruto con el suave descenso por una pista fácilmente transitable (me cruzo con un par de grupos de ciclistas). En unos quince minutos paso por la Horcada Cadiega, punto por el que según las guías que manejo también se podía superar la cadena montañosa que separa Cantabria de León.

El fondo del valle
Un paisaje extraordinario
De hecho el camino está descrito para pasar por este punto, pero al parecer restricciones medioambientales relacionadas con la conservación del oso y del urogallo han aconsejado desviarlo por la Horcada Valcavao y las flechas amarillas ahora te conducen por allí. (Para tomar esta otra opción habría que obviar las flechas amarillas que en un primer desvío una vez pasados los invernales de Berrugas te hacen tomar un camino a la derecha. Habría que seguir hacia la izquierda para llegar hasta el Collado de Somo y desde allí descender hasta unas praderas con escobas y luego ascender hasta un arroyo desde el que ya habría que dirigirse en un nuevo ascenso a la Horcada Cadiega).
Las nubes pincelan el paisaje
Cabañas típicas de la zona

De una forma u otra, desde este punto continuamos con el descenso hasta el puerto de Pandetrave.  En unos 50 minutos desde la Horcada Valcavao desciendo hasta llegar a la carretera que une Portilla de la Reina con Valdeón. En el puerto hay unos carteles con rutas y un bonito mirador. También hay una señal con un peregrino y una flecha amarilla indicando la dirección. Será la última flecha que observe antes de llegar a Portilla. Por suerte el itinerario no presenta dudas: seguir la carretera.

Llegando al Puerto de Pandetrave
Mirador de Pandetrave
Es la una y media. Aún me quedan 10 kilómetros de descenso por carretera hasta Portilla. Este tramo se hace un poco pesado por la acumulación de kilómetros sobre asfalto. Por suerte, el paisaje es muy chulo. Acompaño al arroyo Mostajal en su descenso desde las cumbres, caminando yo por la mencionada carretera de montaña y cruzándolo en repetidas ocasiones. En algunos puntos veo puentes de madera que lo cruzan enlazando senderos que no se donde irán. No me aventuro a abandonar la carretera y seguir alguno de ellos porque no tienen pinta de seguir la misma dirección que yo, aunque quizás alguno de ellos me evitaba algún kilómetro de asfalto.

Comienza la cuenta atrás
Última flecha antes de Portilla
En un momento dado, cuando me quedan 6 kilómetros y tras un pequeño descanso, me cruzo con un rebaño de ovejas que pululan tranquilamente a orillas del arroyo.

El camino desde el Puerto de Pandetrave hasta Portilla de la Reina es una cuenta atrás del 10 al 1 gracias a los indicadores kilométricos de la carretera LE-2703.

El descenso siempre por carretera
Llegando al arroyo Mostajal
Pasadas las 15:30, cuando el indicador kilométrico marca 1, llego hasta el desfiladero que precede a Portilla de la Reina. Es este un pequeño pueblo, puerta de acceso a los puertos de Pandetrave y San Glorio. Aquí se une pues nuestro camino con el paso actual por carretera a través del Puerto de San Glorio desde Potes hacía León. El pueblo es un conjunto de casitas encajonadas en el desfiladero que forman un postal entrañable, como bien comprobaré unas horas después desde el mirador de Portilla.
Un rebaño de ovejas 
Más cabañas en medio del prado

La configuración del pueblo es alargada, siguiendo más o menos la carretera y el río.

Desciendo por la calle principal y no encuentro ningún sitio abierto. Lo primero que quiero hacer es ir al albergue.

Acercándome al pueblo
Entrada a Portilla de la Reina
Iglesia de Santo Tomás
En el pueblo hay solamente dos alojamientos rurales, el albergue y un bar. Los alojamientos rurales al parecer están cerrados o esa sensación me dan. El albergue, que está a la salida del pueblo según el sentido de mi marcha, se denomina Albergue de Portilla y es una antigua casa de carretilleros convertida en albergue rural. Ante la duda de disponer de lugar donde dormir hoy, ayer tuve la precaución de llamar. Y menos mal, porque al parecer los propietarios tenían unos asuntos que tratar al día siguiente y no iban a estar. Quede con el chico del albergue y así supe que hoy no tendría problemas en encontrar alojamiento.

Así pues, en torno a las cuatro de la tarde me acomodo en el albergue de Portilla. El muchacho que lo lleva me comenta que está solo él porque a su pareja la operan de la rodilla al día siguiente y que por eso no pensaban tener abierto. “Menos mal que llamé ayer” pienso.
Vistas desde el mirador de Portilla

Precios del Albergue de Portilla
Como voy solo, debo coger una habitación solo para mí, lo que encarece bastante el precio de este confortable alojamiento, ya que por la habitación, la cena y el desayuno cuestan 39€. (29€ dormir; 32€ alojamiento y desayuno). Decir que el lugar está muy bien y el trato recibido fue muy correcto y agradable, pero el precio para un peregrino que viene solo me parece demasiado. Al coger “media pensión” se hace más aceptable. Realmente es un albergue turístico que acoge peregrinos, y no un albergue para peregrinos. Además, la única alternativa sería continuar caminando y como que no hay ganas.

Vistas desde el mirador de Portilla 2
Adopto actitud peregrina y agradezco el hecho de que al menos haya alojamiento en el pueblo y esté tan bien atendido como este coqueto albergue turístico.

La habitación es muy confortable, con una gran cama cubierta con un mullido edredón solo para mí (hoy no usaré el saco) y con su baño incluido.Me doy una gran ducha, lavo un par de camisetas y unos calcetines y, después de descansar un rato tumbado en la cama, me dispongo a dar un paseo. 

Mirador de Portilla
Cerca del albergue surge el camino que sube hasta el Mirador de Portilla, una zona recreativa desde donde se obtienen unas hermosas vistas del pueblo y su entorno, enmarcado todo en el desfiladero.

Como nota curiosa, no tengo cobertura móvil para el teléfono, pero el pueblo dispone de wifi gratuito con el que me puedo comunicar con los míos. Realizo unas fotos y cuando comienzan a escasear los rayos de sol por las montañas que arrinconan el lugar, me voy para la habitación y dedico un buen rato en escribir este diario de viaje.

Albergue de Portilla
Bajo al salón del albergue y me tomo una Mixta antes de cenar. Continúo escribiendo hasta que llego al día de hoy. El muchacho del albergue me sirve la cena, que consiste en un revuelto de ajetes y unas chuletas de sajonia con patatas fritas regadas con vino con casera. De postre, un flan de queso muy rico.

Una vez saciado mi apetito y después de un rato de charla, me voy a dormir. Al día siguiente me levantaré solo en el albergue. El dueño se tiene que ir pronto a la operación de su pareja y me dejará el desayuno preparado y la llave para que cierre el albergue.

A las 23:00 me voy a dormir.

Maravillosa etapa del Camino Vadiniense

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