03 febrero 2015

Camino Vadiniense. Etapa 13: Puente Villarente - León

Viernes, 20 de septiembre de 2013

12,8 Km   (2,30  horas)

Saliendo de Puente Villarente
Hoy toca una etapa muy corta para finalizar mi Camino Vadiniense (realmente ya recorro el Camino Francés). El albergue obliga a los peregrinos a salir de él antes de las 8:00, cosa habitual para poder realizar los pertinentes rituales de limpieza. En mi caso, ante una etapa tan corta no me hubiera importado aguantar un poquito más y haber dormido hasta al menos las 9:00, pero son las normas y es lo que toca.

Clásico mojón jacobeo
Me levanto apurando un poco a las 7:30. Me aseo y recojo mis bártulos, saliendo finalmente del albergue a las ocho menos diez.

Romería de peregrinos
Me dirijo a una confitería que hay a pie de carretera donde tomo buena cuenta de un café con leche y croissant a la plancha. Ojeo la prensa deportiva y enseguida me pongo en marcha.

Son las 8:10 y cuando comienzo a caminar soy bien consciente de que ya estoy en el Camino Francés: caminamos casi en romería mientras salimos de Puente Villarente.

Mi sombra y yo, un clásico también
Bicigrinos a la carrera
El camino va primero junto a la nacional para luego tomar una pista de tierra. En poco más de veinte minutos me sobrepasan velozmente varios grupos de ciclistas. Entre ellos está Andoni, que se para unos segundos a mi lado para despedirnos y desearnos buen camino.

Enseguida me recibe el area de descanso de Arcahueja que precede a dicha población. Tras pasar dicho lugar llego a Valdelafuente, lugar donde vuelvo a pisar el asfalto al atravesar un polígono industrial.

Peregrino en marcha
Bendita pasarela azul
Recuerdo que hace seis años, una vez sobrepasado este punto había un punto negro en el camino. El trazado jacobeo atraviesa una vía rápida que se dirige a León con dos carriles por sentido separados por una mediana de hormigón. La única forma que había de cruzarlo era atravesar la calzada y saltar la mediana, con el riesgo que eso suponía para el peregrino. Era una “aventura” más, pero sinceramente, no hacía mucha gracia.

Pasarela, mojones y sombra
Camino junto a la autovía
Hoy, gracias a Dios y a las reclamaciones de las asociaciones de amigos del camino, este error se ha subsanado y existe un paso elevado en forma de puente azul con el que poder salvar este escollo.

Superada la pasarela de circunvalación de León y algún que otro puente que salva otra carretera más ya tengo a la vista la capital leonesa, en cuyo centro destacan las torres de la espléndida catedral gótica.

Oteando la catedral 
Cruceiro a la entrada de Léon
Desciendo hacía ella atravesando las primeras calles del barrio periférico de Puente Castro y dejando a mi lado algún que otro cruceiro. El camino supera el río Torío por un moderno puente desde el que contemplo a la derecha el antiguo puente de piedra.

Ya solo me queda remontar toda la calle Alcalde Miguel Castaño y en unos veinte minutos llego hasta la residencia de la fundación Ademar que ahora es también el Albergue San Francisco de Asís.

Puente de piedra sobre el río Torío
Albergue San Francisco de Asís
Son las 10:40 cuando llego al destino final de esta peregrinación. Por suerte, este albergue abre sus puertas a las 10 de la mañana, por lo que cuando yo llego puedo instalarme tranquilamente. Las instalaciones son más que correctas. Me ponen en una habitación para cuatro, con dos literas. Yo soy el primero en ocuparla. La habitación tiene el baño en su interior.

Vieiras metálicas indican el camino
Momentos después llegarían los que serían mis compañeros de habitación: una neocelandesa, una alemana y un americano.

A pesar de ser primera hora y de que la etapa ha sido bastante corta (poco más de 12 kilómetros realizados en algo menos de dos horas y media), decido darme una ducha para quitar de mi cuerpo los “rigores” del camino y disfrutar luego de un día completo en la siempre agradable ciudad de León.

Majestuosa Catedral de León
Tras la ducha vienen unos señores de mantenimiento porque al parecer hay alguna tubería en mal estado y está cayendo agua al patio. Les dejo enfrascados en su labor de reparación y me voy a dar una vuelta. En esta ciudad, como en tantas otras, la señalética jacobea es variada, incluyendo flechas amarillas, paneles señalizadores, vieiras metálicas en el suelo e incluso señales luminosas en las baldosas para la noche.

Señal luminosa en el suelo
Al llegar a la catedral observo con cierta pena como la entrada ha dejado de ser libre. Ahora cuesta 5 euros. No quiero entrar en la eterna discusión de si deberían ser o no gratuitas las entradas a las iglesias, aunque sean uno de los máximos exponentes del gótico español, pero siempre me da que pensar en que a más de uno ahí arriba no le debe de sentar nada bien que se cobre a la gente que trata de acercarse a Dios, aunque solo sea por interés cultural o artístico. Se que mantener los monumentos cuesta dinero, pero no creo que el cobro de una entrada a un lugar religioso y mágico como la catedral de León sea la mejor manera de obtenerlo…

La estrecha calle de la Rúa
Buena temperatura en buena hora
Bueno, al menos se puede acceder a la primera de sus naves de manera libre, de manera que contemplar sus magníficas vidrieras no supone desembolso alguno. Realizo algunas fotos y marcho hacia la zona de jardines del río Bernesga.

Jardines junto al río Bernesga
 Mientras caminaba por el entorno de la catedral me he acordado de Anne, la peregrina alemana que conocí en Comillas. En una de nuestras conversaciones hablamos de postales y de lo bonito que era recibirlas y enviarlas cuando visitabas lugares destacados, cosa que ya no estaba de moda y que se estaba perdiendo. Ella me dice que con alguno de sus compañeros mantienen esta costumbre y se envían postales de los lugares que visitan. En Riaño yo había comprado un par muy chulas del embalse con las montañas al fondo. Decido enviarle una.

"Yo voy a ser Rey Léon"
Una vez terminado mi camino y embriagado por el frescor proveniente de los jardines del río me concentré en escribirle unas líneas (lo de concentrarse era clave, pues tenía que escribir en inglés). Fui a un estanco, compré unos sellos y la envié. (Ya en Madrid, transcurrido cierto tiempo, ella me contestaría también con una bonita postal de su ciudad natal, Rostock, ciudad situada en el norte de Alemania bañada por las frías aguas del Mar Bático.)

Parador de San Marcos
Después llego hasta San Marcos, donde accedo a la parte visitable del parador a la que nunca había entrado y donde destacaría su magnífico claustro.

Claustro del Hostal de San Marcos
Recorro unos metros del camino del Salvador, que nace en este punto y bordea el parador para tomar la avenida de los peregrinos, lo cual trae a mi memoria aquellos momentos no muy lejanos de mi transitar por dicho Camino hace menos de cinco meses y me hace evocar esas etapas salpicadas de abundante nieve en compañía de unos fantásticos y entrañables compañeros de viaje.

Me gusta este claustro
Como ya son cerca de las tres decido buscar un lugar donde comer. Escojo un restaurante donde me obsequian con una sabrosa lasaña, un proteínico filete con patatas y una fabulosa tarta de queso, todo regado con una botellita de vino rebajado con casera.

Peregrinos descansando
Al terminar decido ir a descansar un rato al albergue. Allí me encuentro con la peregrina neocelandesa. En realidad es bicigrina. Viene en bici desde los Pirineos y no sigue escrupulosamente el camino. Le gusta salirse de la ruta para visitar otros puntos destacados de la geografía española que le pillan más o menos a mano. Yo le sugiero que se acerque a Las Médulas, o cualquier otro lugar de los que le recomienda la guía que lleva. Su intención es llegar a Santiago y continuar su periplo hacía el sur, visitando Portugal. Esta claro que cada uno hacemos nuestro camino y este lo seguimos en función de nuestras preferencias y de los acontecimientos que vamos padeciendo y que nos obligan a tomar esta o aquella alternativa.

Pasado un rato de descanso, vuelvo a salir a la calle. Decido acercarme a San Isidoro. Aunque he visitado la ciudad varias veces, en esta ocasión estoy haciendo un tour muy completo por sus monumentos más representativos.

Exteriores de la basílica de San Isidoro
He pensado en asistir a la Misa del Peregrino, al final de la cual se realiza una bendición especial a los peregrinos. Últimamente mis caminos han perdido parte del carácter cristiano/católico/religioso que salpicaban en mayor medida mis primeras experiencias jacobeas. Ahora quizá me empape de un sentido más espiritual de peregrinación, más ligado a mis propias experiencias y reflexiones, más íntimo, más personal. Supongo que también está ligado a las necesidades de cada uno en cada momento.

Como decía, asisto a la Misa del Peregrino en San Isidoro, templo icónico del románico y que posee en su puerta del perdón relieves atribuidos al Maestro Esteban, responsable de la Puerta de las Platerías de la catedral de Santiago, así como de más detalles y esculturas del lugar de destino de los peregrinos xacobeos.

Casi 30 grados a las 9 en León
Que mejor colofón a mi peregrinación que participar de la Misa en este gran lugar. Al final, mientras se realiza la citada bendición del Peregrino, todos los presentes que ostentamos esa condición salimos a los pies del altar y repetimos la oración. Es reseñable que de la veintena de personas que allí nos congregamos en actitud más o menos devota, sea yo el único español.

Después del momento litúrgico del día, voy paseando de nuevo hacia la catedral. Cae la tarde y el azul del cielo comienza a oscurecer mientras se deja envolver de tonos rosas y violetas.

Cantos y bailes populares. Viva la Fiesta
Delante de la catedral hay un escenario donde varios grupos vestidos con trajes regionales bailan y cantan jotas y otras canciones populares. Por lo visto se celebra la instalación en la catedral de un nuevo órgano y varias asociaciones tradicionales amenizan la plaza de Regla con sus dulzainas, gaitas y panderetas y con sus bailes. Está animada la cosa y da al atardecer un encanto especial. Además la temperatura es estupenda (casi 30 grados), elevada diría yo, para encontrarnos en los albores del otoño y en León.

La Pulchra Leonina asiste a la fiesta
El estomago comienza a avisarme de que es hora de llenar la panza y me dirijo al barrio húmedo, donde me tomo unos cortos de cerveza acompañados de sus correspondientes tapitas: croqueta, morcilla, chorizo, patatas ali-oli y una mini hamburguesita. A partir del tercer corto de cerveza cambio de bebida. De cortos de cerveza paso a “butanitos”, cortos de kas naranja, no vaya a ser que llegue perjudicado al albergue y no pueda dormir. Hay un gran ambiente y en estas circunstancias siento más la soledad que en los recovecos del camino.

El día dice adiós
En torno a las diez emprendo el camino de vuelta y paseando tranquilamente por las tranquilas calles de León llego hasta la residencia Ademar. Recuerdo que a estas horas debe estar jugando la selección española de baloncesto la semifinal del eurobasket, por lo que me pongo los cascos y, comiendo pipas en el hall del albergue, escucho como cae derrotada por el combinado francés 75 a 72. Tocará jugar por el tercer puesto.

Subo a mi habitación y con sigilo para no despertar a mis compañeros me introduzco en el saco y me duermo. Mañana ya no camino y debo tomar un tren para volver a Madrid a las 14:28, por lo que aún puedo disfrutar toda la mañana de León.

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