Viernes, 20 de septiembre de 2013
12,8 Km (2,30 horas)
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Saliendo de Puente Villarente |
Hoy toca una etapa muy corta para finalizar mi Camino
Vadiniense (realmente ya recorro el Camino Francés). El albergue obliga a los
peregrinos a salir de él antes de las 8:00, cosa habitual para poder realizar
los pertinentes rituales de limpieza. En mi caso, ante una etapa tan corta no
me hubiera importado aguantar un poquito más y haber dormido hasta al menos las
9:00, pero son las normas y es lo que toca.
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Clásico mojón jacobeo |
Me levanto apurando un poco a las 7:30. Me aseo y recojo mis
bártulos, saliendo finalmente del albergue a las ocho menos diez.
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Romería de peregrinos |
Me dirijo a una confitería que hay a pie de carretera donde
tomo buena cuenta de un café con leche y croissant a la plancha. Ojeo la prensa
deportiva y enseguida me pongo en marcha.
Son las 8:10 y cuando comienzo a caminar soy bien consciente
de que ya estoy en el Camino Francés: caminamos casi en romería mientras
salimos de Puente Villarente.
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Mi sombra y yo, un clásico también |
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Bicigrinos a la carrera |
El camino va primero junto a la nacional para luego tomar
una pista de tierra. En poco más de veinte minutos me sobrepasan velozmente
varios grupos de ciclistas. Entre ellos está Andoni, que se para unos segundos
a mi lado para despedirnos y desearnos buen camino.
Enseguida me recibe el area de descanso de Arcahueja que
precede a dicha población. Tras pasar dicho lugar llego a Valdelafuente, lugar
donde vuelvo a pisar el asfalto al atravesar un polígono industrial.
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Peregrino en marcha |
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Bendita pasarela azul |
Recuerdo que hace seis años, una vez sobrepasado este punto
había un punto negro en el camino. El trazado jacobeo atraviesa una vía rápida
que se dirige a León con dos carriles por sentido separados por una mediana de
hormigón. La única forma que había de cruzarlo era atravesar la calzada y
saltar la mediana, con el riesgo que eso suponía para el peregrino. Era una
“aventura” más, pero sinceramente, no hacía mucha gracia.
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Pasarela, mojones y sombra |
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Camino junto a la autovía |
Hoy, gracias a Dios y a las reclamaciones de las
asociaciones de amigos del camino, este error se ha subsanado y existe un paso
elevado en forma de puente azul con el que poder salvar este escollo.
Superada la pasarela de circunvalación de León y algún que
otro puente que salva otra carretera más ya tengo a la vista la capital
leonesa, en cuyo centro destacan las torres de la espléndida catedral gótica.
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Oteando la catedral |
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Cruceiro a la entrada de Léon |
Desciendo hacía ella atravesando las primeras calles del
barrio periférico de Puente Castro y dejando a mi lado algún que otro cruceiro.
El camino supera el río Torío por un moderno puente desde el que contemplo a la
derecha el antiguo puente de piedra.
Ya solo me queda remontar toda la calle Alcalde Miguel
Castaño y en unos veinte minutos llego hasta la residencia de la fundación
Ademar que ahora es también el Albergue San Francisco de Asís.
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Puente de piedra sobre el río Torío |
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Albergue San Francisco de Asís |
Son las 10:40 cuando llego al destino final de esta
peregrinación. Por suerte, este albergue abre sus puertas a las 10 de la
mañana, por lo que cuando yo llego puedo instalarme tranquilamente. Las instalaciones
son más que correctas. Me ponen en una habitación para cuatro, con dos literas.
Yo soy el primero en ocuparla. La habitación tiene el baño en su interior.
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Vieiras metálicas indican el camino |
Momentos después llegarían los que serían mis compañeros de
habitación: una neocelandesa, una alemana y un americano.
A pesar de ser primera hora y de que la etapa ha sido
bastante corta (poco más de 12 kilómetros realizados en algo menos de dos
horas y media), decido darme una ducha para quitar de mi cuerpo los “rigores”
del camino y disfrutar luego de un día completo en la siempre agradable ciudad
de León.
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Majestuosa Catedral de León |
Tras la ducha vienen unos señores de mantenimiento porque al
parecer hay alguna tubería en mal estado y está cayendo agua al patio. Les dejo
enfrascados en su labor de reparación y me voy a dar una vuelta. En esta ciudad, como en tantas otras, la señalética jacobea es variada, incluyendo flechas amarillas, paneles señalizadores, vieiras metálicas en el suelo e incluso señales luminosas en las baldosas para la noche.
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Señal luminosa en el suelo |
Al llegar a la catedral observo con cierta pena como la
entrada ha dejado de ser libre. Ahora cuesta 5 euros. No quiero entrar en la
eterna discusión de si deberían ser o no gratuitas las entradas a las iglesias,
aunque sean uno de los máximos exponentes del gótico español, pero siempre me
da que pensar en que a más de uno ahí arriba no le debe de sentar nada bien que
se cobre a la gente que trata de acercarse a Dios, aunque solo sea por interés
cultural o artístico. Se que mantener los monumentos cuesta dinero, pero no
creo que el cobro de una entrada a un lugar religioso y mágico como la catedral
de León sea la mejor manera de obtenerlo…
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La estrecha calle de la Rúa |
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Buena temperatura en buena hora |
Bueno, al menos se puede acceder a la primera de sus naves
de manera libre, de manera que contemplar sus magníficas vidrieras no supone
desembolso alguno. Realizo algunas fotos y marcho hacia la zona de jardines del
río Bernesga.
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Jardines junto al río Bernesga |
Mientras caminaba por el entorno de la catedral me he acordado de Anne, la peregrina alemana que conocí en
Comillas. En una de nuestras conversaciones hablamos de postales y de lo bonito
que era recibirlas y enviarlas cuando visitabas lugares destacados, cosa que ya
no estaba de moda y que se estaba perdiendo. Ella me dice que con alguno de sus compañeros mantienen esta costumbre y se envían postales de los lugares que visitan. En Riaño yo había comprado un par muy chulas del embalse con las montañas al fondo. Decido enviarle una.
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"Yo voy a ser Rey Léon" |
Una vez terminado mi camino y embriagado por el frescor
proveniente de los jardines del río me concentré en escribirle unas líneas (lo
de concentrarse era clave, pues tenía que escribir en inglés). Fui a un
estanco, compré unos sellos y la envié. (Ya en Madrid, transcurrido cierto
tiempo, ella me contestaría también con una bonita postal de su ciudad natal,
Rostock, ciudad situada en el norte de Alemania bañada por las frías aguas del
Mar Bático.)
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Parador de San Marcos |
Después llego hasta San Marcos, donde accedo a la parte
visitable del parador a la que nunca había entrado y donde destacaría su magnífico claustro.
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Claustro del Hostal de San Marcos |
Recorro unos metros del camino del Salvador, que nace en
este punto y bordea el parador para tomar la avenida de los peregrinos, lo cual
trae a mi memoria aquellos momentos no muy lejanos de mi transitar por dicho
Camino hace menos de cinco meses y me hace evocar esas etapas salpicadas de
abundante nieve en compañía de unos fantásticos y entrañables compañeros de
viaje.
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Me gusta este claustro |
Como ya son cerca de las tres decido buscar un lugar donde
comer. Escojo un restaurante donde me obsequian con una sabrosa lasaña, un
proteínico filete con patatas y una fabulosa tarta de queso, todo regado con
una botellita de vino rebajado con casera.
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Peregrinos descansando |
Al terminar decido ir a descansar un rato al albergue. Allí
me encuentro con la peregrina neocelandesa. En realidad es bicigrina. Viene en
bici desde los Pirineos y no sigue escrupulosamente el camino. Le gusta salirse
de la ruta para visitar otros puntos destacados de la geografía española que le
pillan más o menos a mano. Yo le sugiero que se acerque a Las Médulas, o
cualquier otro lugar de los que le recomienda la guía que lleva. Su intención
es llegar a Santiago y continuar su periplo hacía el sur, visitando Portugal. Esta
claro que cada uno hacemos nuestro camino y este lo seguimos en función de nuestras
preferencias y de los acontecimientos que vamos padeciendo y que nos obligan a
tomar esta o aquella alternativa.
Pasado un rato de descanso, vuelvo a salir a la calle.
Decido acercarme a San Isidoro. Aunque he visitado la ciudad varias veces, en
esta ocasión estoy haciendo un tour muy completo por sus monumentos más
representativos.
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Exteriores de la basílica de San Isidoro |
He pensado en asistir a
la Misa del Peregrino, al final de la cual se
realiza una bendición especial a los peregrinos. Últimamente mis caminos han
perdido parte del carácter cristiano/católico/religioso que salpicaban en mayor
medida mis primeras experiencias jacobeas. Ahora quizá me empape de un sentido
más espiritual de peregrinación, más ligado a mis propias experiencias y
reflexiones, más íntimo, más personal. Supongo que también está ligado a las
necesidades de cada uno en cada momento.
Como decía, asisto a
la Misa del Peregrino en San Isidoro, templo icónico
del románico y que posee en su puerta del perdón relieves atribuidos al Maestro
Esteban, responsable de
la
Puerta de las Platerías de la catedral de Santiago, así como
de más detalles y esculturas del lugar de destino de los peregrinos xacobeos.
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Casi 30 grados a las 9 en León |
Que mejor colofón a mi peregrinación que participar de
la Misa en este gran lugar. Al
final, mientras se realiza la citada bendición del Peregrino, todos los
presentes que ostentamos esa condición salimos a los pies del altar y repetimos
la oración. Es reseñable que de la veintena de personas que allí nos
congregamos en actitud más o menos devota, sea yo el único español.
Después del momento litúrgico del día, voy paseando de nuevo
hacia la catedral. Cae la tarde y el azul del cielo comienza a oscurecer
mientras se deja envolver de tonos rosas y violetas.
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Cantos y bailes populares. Viva la Fiesta |
Delante de la catedral hay un escenario donde varios grupos
vestidos con trajes regionales bailan y cantan jotas y otras canciones
populares. Por lo visto se celebra la instalación en la catedral de un nuevo órgano y varias asociaciones tradicionales amenizan la plaza de Regla con sus dulzainas, gaitas y panderetas y con sus bailes. Está animada la cosa y da al atardecer un encanto especial. Además la temperatura es estupenda (casi 30 grados), elevada diría yo, para encontrarnos en los albores del otoño y en León.
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La Pulchra Leonina asiste a la fiesta |
El
estomago comienza a avisarme de que es hora de llenar la panza y me dirijo al
barrio húmedo, donde me tomo unos cortos de cerveza acompañados de sus correspondientes
tapitas: croqueta, morcilla, chorizo, patatas ali-oli y una mini hamburguesita.
A partir del tercer corto de cerveza cambio de bebida. De cortos de cerveza paso a “butanitos”, cortos
de kas naranja, no vaya a ser que llegue perjudicado al albergue y no pueda
dormir. Hay un gran ambiente y en estas circunstancias siento más la soledad que en los recovecos del camino.
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El día dice adiós |
En torno a las diez emprendo el camino de vuelta y paseando tranquilamente por las tranquilas calles de León llego hasta la residencia Ademar. Recuerdo que a estas horas debe estar jugando la selección española de baloncesto la semifinal del eurobasket, por lo que me pongo los cascos y, comiendo pipas en el hall del albergue, escucho como cae derrotada por el combinado francés 75 a 72. Tocará jugar por el tercer puesto.
Subo a mi habitación y con sigilo para no despertar a mis compañeros me introduzco en el saco y me duermo. Mañana ya no camino y debo tomar un tren para volver a Madrid a las 14:28, por lo que aún puedo disfrutar toda la mañana de León.
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