22 junio 2015

Camino Francés invierno 2015. Etapa 2: Foncebadón - Ponferrada.NIEVA

En los tiempos que corren es duro ir contracorriente. Para que salir a caminar a la intemperie, si puedo quedarme tranquilito bajo techo, mirando por la ventana lo que ocurre al otro lado del cristal. La comodidad es un enemigo muy poderoso y nos conduce  al conformismo. El individuo es fagocitado por la multitud. Al final tragamos con todo lo que nos sucede, sea bueno, malo o peor. Seguimos unas huellas bien marcadas que nos deja la sociedad y que, paso a paso, nos alejan de la felicidad. 
Cambia el rumbo, desafía a tu cordura, sigue tu propio camino y lucha por tus sueños.


Tema de los granadinos 091, mítico grupo andaluz, incluido en su disco “Tormentas imaginarias” y en su ´"último concierto" en 1996.

Domingo, 18 de enero de 2015

26, Km  (6 horas, 40 minutos))

Mi habitación, "toa pa mi"
Hoy es mi segundo día en el camino y ya me siento como si llevase un mes peregrinando. Cuando me despierto el reloj marca las 8 de la mañana. Me levanto tranquilamente, con la duda de que me encontraré cuando suba al piso de arriba y compruebe como ha amanecido el día.

Me aseo y me visto. Arriba no se oye ruido ni se ve luz. Subo las escaleras y llamo a la puerta. Oigo a Marcos, dueño del albergue y del bar, incorporándose y en unos segundos me abre la puerta. Me cuenta que estuvo hasta tarde en el bar ya que tuvo clientes hasta altas horas de la noche y al final se quedo dormido en el cómodo sofá que allí tiene.

Parece que ha nevado
La estufa, y el frío afuera
Me acerco al gran ventanal. Todo lo que hay al otro lado del cristal esta teñido de blanco. No se ve la carretera, los coches tienen una capa de nieve por encima y la niebla me impide ver mucho más allá de 10 metros. Finalmente por la noche ha caído una buena nevada, aunque parece que menos copiosa de lo que se esperaba.
Con Jessica en el bar/albergue
En la sala del bar hace algo de frío, cosa que cambia en cuanto Marcos alimenta su potente estufa de leña. En unos minutos aparece Jessica y comienzan a preparar el bar para la jornada que ya empieza. Al estar nevado suponen que pasara por su establecimiento bastante gente.

Saliendo del pueblo
Marcos recibe la llamada de los encargados de la quitanieves que debe limpiar la carretera para informarse del estado de esta. Según me cuenta después, es algo habitual, ya que su testimonio in situ es más fiable que las previsiones metereológicas.

Nieve, nubes y cielo azul
Pasadas las nueve de la mañana llega un hombre con su audi hasta la puerta del bar. Por lo visto es un habitual del lugar. Nos cuenta que la carretera está algo nevada, pero transitable. Viene con dos muchachos con los que da buena cuenta de un potente desayuno.

Jessica me comenta que me van a preparar para desayunar un chocolate con churros, petición implícita que yo le había hecho la noche anterior.

Huellas
Cuando entra a la cocina descubre que se les ha estropeado la freidora. Decide bajar a su casa en Rabanal a buscar otra que tienen allí. Me dice que espere, que yo no voy de allí sin desayunar mi chocolate con churros. Como hace bastante frío y la niebla no termina de levantar, me viene bien esperar un poco para salir a recorrer la imprevisible jornada de hoy.

Carretera hacia el cielo
Mientras Jessica regresa bajo a mi habitación del albergue  y recojo mis bártulos para que cuando decida marchar no me demore aún más. Dejo a mano los calcetines especiales para la nieve y la ropa de lluvia.

Subo de nuevo al bar y desde allí contemplo el bello panorama de la montaña nevada. Marcos me comenta que están pasando un par de peregrinos y que pueden ser mis colegas andaluces. Veo un par de siluetas avanzando por la carretera nevada en las que destacan dos cubremochilas, uno naranja y otro verde. Los que llevaban Rodolfo y Rafael eran los dos naranjas, por lo que no creo que sean ellos.

Aquí recupero el camino original
En unos minutos llega la freidora y algo antes de las diez de la mañana estoy degustando el prometido chocolate con churros. El tiempo está mejorando y parece que el sol quiere salir, aunque la niebla sigue acompañándonos. Empieza a llegar más gente que quiere disfrutar de un día en la nieve.

Bella estampa invernal
Remato el energético desayuno con un par de vasos de agua y me dispongo a salir. Pago la cuenta y me despido de mis anfitriones, atareados en este momento con el trasiego de clientes del bar.

Una vez fuera, decido realizar el primer tramo, saliendo de Foncebadón, por la carretera. El día, a pesar de la niebla, es muy luminoso. En cuanto camino unos pasos siento los rayos del sol queriendo asomar por entre las nubes.

Camino del cielo
El camino con algo de nieve
La carretera, antes cubierta por un manto de nieve de pocos centímetros, presenta mejor aspecto y ya se ve el asfalto y la huella de las rodadas de los pocos coches que han pasado. Antes de llegar al cartel de salida del pueblo me cruzo con el coche del primer hombre que subió hasta el bar. Para a mi altura y me desea buen viaje, asegurándome que el camino hasta la Cruz de Ferro por la carretera está practicable.

El paisaje que se muestra ante mí a ambos lados de la carretera es totalmente invernal: los árboles cubiertos por un manto blanco y los caminos que surgen aquí y allá inundados por varios centímetros de nieve. A medida que asciendo comienza a haber un poquito más de nieve sobre el asfalto, pero de momento no parece preocupante.

Me acerco a la cruz
Cruz de Ferro
En poco más de un kilómetro una cruz de madera señala el lugar en el que el camino viene por la izquierda, cruza la carretera y sigue una senda que acompaña a la carretera por la derecha. Decido seguir está senda. Parece que tiene bastante nieve acumulada, pero no llega a cubrirme las botas, y la sensación de caminar por la nieve entre la niebla es muy especial.

Ermita de Santiago Apóstol
Además comienzo a ver el cielo azul, dejando a las nubes por debajo de mi posición, y el sol empieza a calentar mi rostro. Caminando al filo de la niebla llego hasta la Cruz de Ferro, lugar mágico ya de por sí, pero rodeado por este clima invernal es aún más impresionante.

El peregrino se aleja del lugar
Peregrino a los pies de la cruz
La nieve cubre la base de piedras y basuras varias que suelen acompañar a la cruz, por lo que a mi llegada a este punto lo que encuentro en una base redondeada de nieve de la que surge un gran palo rematado en lo alto por una pequeña cruz metálica. Todo un gusto no ver lo que suele ser este lugar el resto del año, donde se suelen amontonar cientos de objetos variopintos que la gente deja allí a modo de reliquia o bajo no se muy bien que tipo de superstición milenaria.

Aprovecho el momento y me hago varias fotografías, disfrutando además de la soledad en este que es el punto más alto del Camino Francés en la península ibérica. Junto a la cruz, entre la niebla, veo la pequeña ermita consagrada al Apóstol Santiago.

Posando con la pierna en alto
...porque sigo unas huellas...
Quedan pocos minutos para las 11:30. Decido continuar, ya que la etapa de hoy es larga y me quedan unas siete horas de luz. Ahora viene un tramo largo en altura en el que puedo encontrar bastante nieve y luego un descenso vertiginoso que también me puede suponer problemas, por lo que no debo demorarme mucho.

Llegando a Manjarín
Winter is coming
Por lo tanto, me pongo de nuevo en camino por una senda paralela a la carretera. En ella hay unos veinte centímetros de nieve y en ella hay varias huellas que corresponderán a los peregrinos que me preceden.

Continúo por esta senda que en ocasiones se separa de la carretera y me hace dudar si seguirla o volver al asfalto. Decido que mientras pueda, seguiré la trazada oficial del camino.

Y vuelta al sendero nevado
Manjarín, refugio Templario
En una media hora recorro los dos kilómetros y poco que separan la Cruz de Ferro de Manjarín, donde se encuentra el albergue templario. Cuando llego a su puerta parece que en el albergue solamente hay un perro que me recibe ladrando alegremente En ese punto el camino sigue durante unos doscientos metros la carretera, pasando entre las casas abandonados del antiguo pueblo, para dejarla poco después por una senda señalizada a mano izquierda.

Altar
Abrevadero en blanco
De nuevo siento la nieve bajo mis pies y me alegro de lo bien que va el goretex de mis botas. Paso junto a un abrevadero y dejo a mi derecha un pequeño altar preparado que solicita un donativo al peregrino.

A lo lejos vislumbro grandes aerogeneradores por un lado, y frente a mi unas antenas de una antigua base militar. Hacía ellas me dirijo por un sendero más o menos llano que en unos metros cruza de nuevo la carretera y continúa paralelo a esta por su derecha.

Antena al fondo
En ocasiones hay menos nieve
Llego hasta un punto en el que un cortafuegos sube hasta las antenas. En este punto hay bastante nieve. Recuerdo que en mi primer camino me dio por subir por el cortafuegos. Supongo que me encontraba con fuerzas y quería disfrutar de las vistas desde lo alto. En esta ocasión no tengo ganas de hacer el cabra, aparte de que sería un poco temerario subir por ahí con la cantidad de nieve que se aprecia.
Paisaje otoñal    2007                   vs                     Paisaje invernal 2015

Camino hacia las nubes
Caminando entre pinos
El sendero discurre en este punto por un bosquecillo de pinos, cuyas ramas se encuentran cargadas de nieve que se precipita por momentos cuando sopla el viento. Unos metros más adelante, tras una pequeña subida llego a “tocar el cielo”, o más bien las nubes, ya que camino envuelto en una fina neblina.

Acercándome a la carretera
Peregrino en blanco
Un camino nevado surge a mano derecha en dirección la antigua base militar. Mi sendero continúa a su izquierda.  Y más a la izquierda sigo viendo de vez en cuando la carretera comarcal LE-142.

Después de llanear un poco más comienza el descenso camino de El Acebo. El color que más predomina a mi alrededor es el blanco de la nieve y de la niebla.

El sendero se estrecha
Cuanta nieve!
Pasados unos minutos de la una decido hacer una pequeña parada para descansar un poco, ya que caminar por la nieve es bastante más fatigoso que hacerlo sobre tierra o asfalto. Aprovecho un mojón indicador del camino para dejar la mochila sobre él y que no se moje con la nieve. Me acerco a la carretera y me siento en su borde sobre el asfalto para tomar un poquito de agua y una barrita energética. No pierdo ojo del posible tránsito de vehículos, aunque no he visto pasar prácticamente ninguno en toda la mañana.

Una peregrina!
Mojón nevado
Una vez recobrado el aliento, me levanto y me dirijo a mi mochila para continuar. De pronto aparece una peregrina de la niebla y pasa por el camino. Lleva un buen ritmo. Nos saludamos y ella prosigue su camino. Yo me engancho la mochila y la riñonera y retomo la marcha. Durante lo que queda de descenso hasta el Acebo la tendré más o menos a la vista.

La nieve cede y aparece el camino
Sigo caminando con cuidado sobre la nieve mientras el descenso se acentúa. Quince minutos después, cuando ya he descendido bastante y estoy a unos 1200 metros de altitud, el camino se despeja y poco a poco la nieve va desapareciendo, dejando a la vista un camino pedregoso por el que continúo el descenso.

Hola Bierzo!
Veinte minutos antes de las dos un cartel a la entrada del Acebo me da la bienvenida al Bierzo. En los tejados de este pueblo alargado aún pueden verse los restos de la nieve caída la última noche. Atravieso todo el pueblo por la calle principal que en descenso lo vertebra. Está jalonada de negocios cerrados al ser temporada baja que supongo que han nacido al albor del camino y que durante el verano harán el "agosto", nunca mejor dicho.

Llegando a El Acebo
Descanso en un banco
En el centro de la localidad encuentro un banco seco bajo un balcón de una casa y decido hacer otra parada. Me tomo unas mandarinas y recupero líquidos. Mientras doy buena cuenta de la fruta pasa la peregrina que he visto antes buscando un albergue y después una pareja en la misma tesitura. Les digo que creo que hay uno abierto más abajo (según la guía que manejo).

Calle principal de El Acebo
A las dos en punto vuelvo a ponerme en marcha. Antes de salir del pueblo en la acera izquierda en un enorme tronco está tallado el nombre de la localidad y unas caras curiosas lo decoran. Un poco más adelante llama la atención una escultura de una bicicleta que recuerda a un bicigrino alemán fallecido hace unos años.

Nuevo Albergue privado en El Acebo
Curiosos adornos 
Saliendo del Acebo observo con asombro el aparentemente “lujoso” nuevo albergue que han abierto recientemente. Visto desde el camino parece más bien un hotel, y posteriormente peregrinos que durmieron en él me contarán que tiene muy buenas instalaciones.

Cruzando la carretera
Yo continúo descendiendo ahora por la carretera en dirección a Riego de Ambrós. Un kilómetro después más o menos sigo las flechas que me llevan por los campos a la derecha de la carretera, por donde discurre una senda que finalmente vuelve a morir a la misma carretera unos quinientos metros más adelante. Si lo se continúo por el asfalto.


Siguiendo unas rodadas ya sin nieve
Llegando a Riego de Ambrós
Recorridos unos pocos metros más me encuentro un nuevo desvío a la izquierda. Las señales recomiendan a los ciclistas continuar por la carretera. Yo tomo el desvío y vuelvo a transitar por camino de tierra. En unos minutos me encuentro con Riego de Ambrós, otro bonito pueblo berciano configurado en torno a una calle que coincide con el camino.

Detalle jacobeo
Ermita de San Sebastián
Paso por delante de la ermita de San Sebastián (adornada con vieiras) y llego a una placita donde se encuentra el albergue de peregrinos. Poco después las señales jacobeas me hacen descender por una calle a mano derecha que se convierte en un sombrío sendero en descenso. Bajo por él pisando los grandes bloques de piedra que lo conforman y que han sido aprovechadas para pintar en ellas alguna que otra flecha amarilla.

Giro bien senalizado
Recuerdo que cuando pasé por este punto hace 8 años esta zona estaba totalmente congelada y tuve que tener mucho cuidado para no resbalar. La piedra y el hielo juntos son un desafío para la capacidad de agarre de las botas. Curiosamente hoy que camino en enero y me he encontrado nieve no hay hielo. En aquel entonces era mediados de noviembre, el día estaba despejado y la noche había sido gélida.

Una vez pasado este tramo pedregoso, continúo el vertiginoso descenso por una zona herbosa que me conduce al cauce de un riachuelo que cruzo y tras el que voy a dar a un camino algo más ancho rodeado de árboles. A mano izquierda queda una pequeña pradera que también me trae recuerdos de mi primer camino.

 Zona resbaladiza en otoño 2007 Hoy (2015) no hay hielo y eso que es invierno
En aquella ocasión también caminaba en total soledad por estos parajes. Al llegar a este punto, cuando estaba terminando el descenso observé que en la pradera descansaba plácidamente un perro enorme. En cuanto me acerqué un poco a la zona en la que se encontraba se levantó y enfurecido comenzó a ladrarme. Me separaba de él una linde de piedra cubierta por vegetación. Por encima de ella yo podía verle ir y venir ladrando con rabia. No pude apreciar que llevará ningún collar o distintivo que hicieran pensar en él como perro doméstico.

Zona mágica
Agua y barrillo
Con cierto temor aceleré el paso tratando de dejar atrás al can. Al mirar hacia adelante compruebo que unos metros más allá la linde de piedra se abre en una especie de paso al prado. En unos segundos, el enorme animal, que levantaba bastante más de un metro del suelo, corrió hacía allí y se colocó al borde de mi camino mirándome fijamente sin dejar de ladrar.

Debo confesar que pasé algo de miedo. El camino en este punto no da otra alternativa que continuar por ese sendero, a no ser que vuelvas atrás hasta Riego de Ambrós y desciendas por la carretera, cosa que ni me planteé. Miré a un lado y a otro buscando algo o alguien que pudiera ayudarme o alguna solución que me ayudara a continuar con mi camino.

Nada. Debía afrontar el miedo y pasar junto a la bestia parda que no dejaba de ladrar. Todo esto lo pensé en los escasos segundos que tardé en recorrer la distancia que me separaba del entrañable animalito, ya que no quería dejar ver mis temores y si me paraba igual no sería capaz de continuar.

Árbol archifotografiado
Sigue la flecha!
Así pues, sin pestañear y sin siquiera dignarme a mirar al ladrador pase junto a él con mi bastón de peregrino agarrado fuertemente en la mano izquierda. Él no paro de ladrar ni un instante. Yo, con la mirada al frente y la cabeza levantada, no vacilé y una vez que lo hube sobrepasado ni siquiera miré atrás. Unos metros después ladeé levemente la cabeza para comprobar de reojo que no se movía de su sitio.

Algún tipo de ritual mágico
Instantes después, cuando ya me separaban de él un centenar de metros, sus ladridos se hicieron más esporádicos. Eché un vistazo atrás sin dejar de caminar y comprobé que lentamente volvía al prado sin dejar de mirar hacia el punto en el que yo me encontraba. Yo no paré ni dejé de caminar hasta después de cinco minutos, una vez que había dejado atrás esa zona.

Tratando de dar un sentido simbólico a este episodio podría suponer la superación de algún miedo irracional o la capacidad de afrontar las dificultades con determinación y paso firme. Hay quien me ha sugerido que el animal estaba ahí como un elemento protector, no se muy bien de qué, pero todo es posible.

El árbol se cierne sobre la senda
Supongo que simplemente el perro estaba custodiando el prado, aunque luego me enteré que por esa zona había sueltos algunos perros abandonados y asilvestrados. El caso es que pude continuar tranquilamente y todo quedó en una anécdota que uno puede luego adornar o utilizar como recurso literario.

Volviendo al domingo 18 de enero de 2015, en esta ocasión no hay perro ladrando. Camino por este sendero junto a unos árboles con unos troncos enormes y voy a dar de nuevo a la carretera. Enseguida las flechas me invitan a abandonar el asfalto por la derecha por una nueva pista de tierra que a su vez me conduce a un sendero que a ratos vuelve a inclinarse considerablemente.
Cruz antes de llegar a Molinaseca

Oteando Molinaseca
Afronto ya la última parte del descenso hacía Molinaseca. En este tramo el camino es en ocasiones angosto y empinado. Tomo el camino de la izquierda en una bifurcación bien señalizada. Paso junto a un árbol rodeado por piedrecitas como si en él se hubiera realizado algún ritual mágico ¿? y el camino me dirige definitivamente en descenso hacía el pueblo de Molinaseca. Pronto puedo apreciar al fondo del valle los tejados de pizarra de sus casas.

Puente medieval
Santuario Virgen de las Angustias
Una hora después de cruzar Riego de Ambrós una cruz metálica antecede al Santuario de la Virgen de las Angustias y al puente medieval sobre el río Meruelo, entrada a Molinaseca. El camino desemboca en la carretera y me conduce al pueblo dejando a mi derecha el santuario y cruzando el bonito puente.

Molinaseca
Atravieso Molinaseca por su calle Real, donde observo varios bares y restaurantes, muchos de ellos cerrados. En menos de cinco minutos voy a dar de nuevo a la carretera LE-142, donde se encuentran los dos albergues de la localidad, en esta época cerrados.

Peregrino en puente medieval
Decido hacer una parada cobijado bajo el pórtico de la antigua capilla de San Roque, hoy albergue de peregrinos municipal. Mientras me tomo un zumo y unas galletas príncipe una muchacha que pasea con su perrillo me informa de que el albergue está cerrado. Agradezco la información, aunque ya lo sabía y no pensaba quedarme.

Molinaseca jacobea
El cielo parece que quiere descargar. Lleva ya un rato chispeando y poco a poco la lluvia va cayendo con algo más de intensidad, aunque no deja de ser un calabobos. Como estoy bien resguardado decido descansar un rato más, ya que el descenso ha sido durillo.

Desde el albergue de Molinaseca
Poco antes de las cuatro y media reanudo la marcha. Desde aquí hasta Ponferrada quedan casí 8 kilómetros siguiendo las flechas amarillas. Esto supone seguir la carretera prácticamente durante tres kilómetros y luego tomar un camino a mano izquierda que te lleva a dar un rodeo pasando por la localidad de Campo para entrar a Ponferrada por el sur. Si se continúa por la carretera (existe andadero y acera para peatones) se acorta casi un kilómetro y medio. No suelo tomar este tipo de atajos y mucho menos cuando son por carretera, pero como este camino ya lo he realizado anteriormente considero más ventajoso, cómodo y rápido seguir la LE-142 y llegar a Ponferrada un poquito antes.
Que colorido!

Como contrapartida, decido hacer este último tramo a gran velocidad. Me cruzo con algún que otro paseante y en menos de una hora y tras dar alguna vuelta consigo llegar hasta el albergue de peregrinos de San Nicolás de Flue en Ponferrada.

Llegando a Ponferrada
Este albergue es muy amplio y está muy bien acondicionado. Entro en su interior y allí se encuentra el hospitalero charlando con una mujer mayor que por lo visto pasó por aquí como peregrina hace unos años y quería recordar esos tiempos y agradecer el buen trato allí recibido. Me registro y me conducen a mi habitación, que es bastante amplia. Es alargada, habiendo dos literas para cuatro personas a ambos lados de la puerta, quedando bastante hueco en el centro.

Albergue de Ponferrada
Primero me instalo en la parte de la derecha en una cama baja. Creo identificar las mochilas de la litera de al lado. Son las de los dos malagueños. Recordando los ronquidos de la primera noche, decido trasladarme a las literas del otro lado de la habitación, que al ser alargada, están a varios metros de distancia. Escojo una cama alta. Me instalo y voy a ducharme.

Cuando vuelvo a la habitación charlo un rato con una pareja de catalanes que están instalados en la cama situada debajo de la mía. Él hizo el camino hace unos años y ahora está recorriéndolo con su pareja. Llega otro peregrino que se instala en una cama al otro lado de la habitación, junto a los malagueños.

Cruz de Santiago en vieira.
Un rato después me dispongo a dar un paseo por Ponferrada. Como la otra vez que hice el Camino he llegado a este lugar en domingo, por lo que no podré visitar el castillo templario. Lo rodeo y paseo tranquilamente por el centro. Voy hasta la Plaza de la Virgen de la Encina mientras voy buscando algún lugar donde comer algo.

Está casi todo cerrado, así que finalmente termino en la gasolinera “la peregrina”, cercana al albergue donde hay un área de servicio. Compro un sobre de sopa para hacerme después en la cocina del albergue y unas latas de refresco, y me tomo en la cafetería un bocadillo de lomo con queso mientras veo un rato en la tele el partido que enfrenta al Depor y al Barça.

En el descanso del partido me voy al albergue. No me voy muy contento, ya que el bocadillo estaba poco hecho y el Barça ya vence 0-2. Mientras camino de regreso está lloviznando y noto el cansancio en mis sufridas piernas.

Castillo de Ponferrada
Ya en el albergue, voy a la habitación a por mi bolsa de comida y bajo al comedor donde hay varios peregrinos preparándose para cenar. Me acomodo en un sofá y leo un poco sobre la etapa de mañana y de paso escribo alguna nota en mi diario. Al rato llegan los malagueños dispuestos a comerse unas albóndigas de lata que han comprado. Charlamos un poco sobre el camino y a la charla se unen otros peregrinos.

Al rato decido tomarme la sopa de sobre y un rato después voy a echarme en la cama. La segunda jornada llega a su fin y me encuentro estupendamente. Echo un vistazo en el móvil a la previsión del tiempo para los próximos días y, salvo mañana, que se prevé un día soleado, la perspectiva es de frío y bastante nieve. De alguna manera es lo que vengo buscando: caminar con nieve, pero sin que esta caiga de tal manera que me impida disfrutar del camino. Espero que mis deseos se cumplan.

Así, con estos pensamientos y gracias al cansancio del día de hoy, sin darme cuenta caiga en un profundo sueño.

No hay comentarios: