21 abril 2014

El Camino Lebaniego. Etapa 6a: Lafuente de Lamasón - Potes

Viernes, 13 de septiembre de 2013 (mañana)

 23,5 km (7 horas)

(La actividad del día de hoy, al ser muy intensa y larga, la dividiré en dos partes, a y b. Por la mañana camino hasta Potes, donde como y me instalo en el albergue. Por la tarde me acerco hasta el Monasterio de Santo Toribio de Liébana también caminando. Al ser el final del camino Lebaniego hago una entrada especial para ese momento. Esta es la etapa 6A)

Amanece en Lafuente
Un nuevo día se levanta en el barrio de Pumares en Lamasón. Me levanto prontito, sobre las 7:15. Me aseo, recojo todas mis cosas y me tomo unas galletas príncipe a modo de desayuno. La noche ha sido muy tranquila y he disfrutado del silencio y la paz que se respira en este albergue. Supongo que habrá gente a quien le inquietará estar solo en una gran casona en un pueblo perdido de la montaña asturiana o que incluso sentirá algo de miedo. Por suerte no es mi caso, porque esta experiencia me va a tocar vivirla varias jornadas más en los días venideros.

El poste caído 
Comienzo a caminar cuando las nubes colorean el cielo de color rosado y el reloj marca las ocho de la mañana. Hoy la etapa se prevé durilla. Debo superar dos collados, lo que implica dos empinados ascensos y dos vertiginosos descensos.

Para salir de Lafuente y llegar hasta el primer collado, el Collado de Hoz (o Collado Joz) hay varias opciones. La peor es seguir la carretera CA-282 que en unos cuatro kilómetros de continuado ascenso nos lleva hasta el punto en que el camino se desvía a mano izquierda camino de Cicera. Se puede acortar en un kilómetro y evitar algo de asfalto si al salir del albergue a medio camino hacia la carretera se toma una calle/camino a mano derecha que ataja y sube directamente hasta un punto a mitad de camino.

Camino directo desde el albergue
Camino de Burió
Y la tercera opción, que es la señalizada y la que yo tomo, es bajar desde el albergue en dirección a la iglesia de Santa Juliana y antes de llegar coger la carretera que en subida nos conduce a Burió después de caminar un kilómetro. Al ganar altura se obtienen buenas panorámicas del pueblo en el que he pernoctado y de todo el valle (esta carretera se puede alcanzar directamente desde el albergue cogiendo un camino que sale de las casas en dirección Noreste en subida).

Burió
Llegando a la CA-282
Enseguida llego a Burió, conjunto de casas en las que me recibe un perro ladrando y poco movimiento más y continúo por un camino asfaltado muy gastado.

Siempre en subida en menos de 45 minutos desde que comencé a caminar voy a parar de nuevo a la CA-282, donde observo una gran flecha carmesí en el guardarraíl. Aquí se unirían las tres alternativas que antes he descrito. Estoy ya prácticamente en el Collado Joz y desde aquí puedo contemplar los valles y montañas que lucen bajo la intensa luz del sol de la mañana. En el cielo retroceden poco a poco unas pocas nubes mañaneras.

El valle de Lamasón
Collado Joz
Camino 800 metros más por la carretera hasta que a mano izquierda surge una pista bien señalizada en dirección a Cicera (a 1,8 km) y Lebeña (a 8,8 km). Debo retirar la puerta-valla que protege el camino para que no se escape el ganado, dejándola luego como me la encontré. En unos metros veo como por la izquierda se incorpora a la ruta que sigo otra variante que viene, según un poste de madera, directamente de Quintanilla de Lamasón.

Dejo la valla como estaba
Mi camino y la incorporación
La senda por la que inicio el descenso hacia Cicera me ofrece nuevas vistas de las montañas y el desfiladero se intuye más allá. La bajada es cómoda, aunque a ratos es algo pronunciada. Las piedrecillas del camino se me clavan en la planta de los pies a pesar de las botas que los protegen.

Picos majestuosos
Llegando a Cicera
Tras pasar una nueva verja llego a Cicera cuando el reloj marca las 9:30. Esta localidad sin apenas servicios dispone de un albergue de peregrinos en el que no veo ningún movimiento, cosa normal, por la hora que es, aunque tampoco creo que tenga mucho movimiento habitualmente.

Albergue de Cicera
Cuesta saliendo de Cicera
El camino me hace descender hasta la parte más baja del pueblo, cruzando el Arroyo Riega Cicera, para inmediatamente volver a tomar una senda ascendente en dirección al Collado Arceón, del que distan 2,6 km.
Lugar de mi parada en plena subida

Dejo atrás las últimas casas de Cicera y continúo por una pista bastante exigente con la que gano altura rápidamente. Después de media hora de subida decido hacer la primera parada del día.

Es costumbre mía hacer el primer descanso aproximadamente a las dos horas de haber iniciado la marcha, y aunque no me lo proponga, el cuerpo me suele pedir hacerla más o menos en ese momento. Las siguientes paradas ya dependen de la longitud de la etapa y de su dureza, siendo en una etapa más o menos normal a la hora u hora y media de la anterior.

El camino ya recorrido
Ojo!! Aquí a la derecha!!
En este caso cumplo escrupulosamente con mis costumbres, y paro pasados unos minutos de las diez, sobretodo para tomar aliento tras la dura subida y beber algo, ya que el sol comienza a calentar.

Me siento en el suelo a comer unas chocolatinas y a beber agua mientras disfruto de las vistas del camino ya recorrido, vislumbrando a lo lejos el Collado Joz.

Desvío hacia el Collado Arceón
Reanudo la marcha y tras unos metros de subida la pista llega a un terreno más llano. Debo estar atento porque el camino abandona la pista por la derecha para alcanzar el Collado Arceón. Hay un poste a unos metros del camino que señala en dirección oeste 24 kilómetros a Santo Toribio. Indica que se debe seguir un pequeño senderillo que atraviesa un cercado de de piedra y se dirige a unas verdes praderas en lo alto del monte. También hay alguna estaca y un par de flechas rojas en el muro de piedras y en el suelo. Doscientos metros más adelante cruzo una valla de alambre donde hay dos caballos pastando. Me encuentro en una pradera desde la que ya veo ante mí el imponente macizo oriental de los picos de Europa y el descenso que se me avecina, pero no consigo encontrar por donde tomarlo.

Es conveniente no perder las señales
Llegando al Collado Arceón
A mi izquierda un grupo de caballos pasta tranquilamente. No parece que por allí se puede descender. De frente, un desnivel considerable y zarzas impiden el paso. Intento bajar, pero es imposible. Giro hacia la derecha y subo un poquito. Después de atravesar unas cuantas zarzas me parece intuir el camino un poco más hacia el norte.

Caballitos en la montaña
Al fin encuentro el camino de bajada
¡Bingo! Al pasar la última valla de alambres debía haber seguido un poquito hacia la derecha y enseguida me habría encaminado hacia la piedra que marca el inicio del descenso, junto a un poste y bajo los cables de alta tensión, donde se puede ver una gran flecha roja. Esto ya sí es un camino de bajada.

Los caballos me acompañan
Frondosidad del bosque
Después de unos minutos de apuro buscando el lugar por el que continuar, emprendo el descenso hacia Lebeña. El camino es un sendero que transcurre por un bosque, frondoso por momentos, de robles y hayas, y que pierde altura en muy poco tiempo. Me encuentro con un par de caballos que huyen ante mi presencia y me van precediendo en el camino. Ante lo empinado del lugar tardan un rato en encontrar un recodo del camino por el que permitirme el paso, por lo que los llevo delante de mí durante al menos un kilómetro.

El camino desciende
Bellos paisajes
Una vez he dejado atrás los equinos, continúo el descenso. Pronto llego a un par de bifurcaciones donde el camino se ensancha. Por suerte están debidamente señalizadas con flechas rojas o carteles de madera del Camino Lebaniego indicando las distancias.

Invernales de Lebeña
Flecha roja en Picos de Europa
Después de una bajada con un marcado descenso atravieso una valla metálica verde y paso por unas cabañas de montaña (los invernales de Lebeña). Treinta minutos después entro en Lebeña, llegando a una fuente donde paro a descansar.

Lleno mi cantimplora con el agua cristalina que mana del caño y mientras descanso contemplo a dos obreros que arreglan las tejas de una casa que hay junto a la fuente. Deben estar reponiéndolas, puesto que lanzan desde el tejado las tejas viejas dentro de un contenedor realizando un gran estruendo al chocar contra la superficie metálica y romperse en pedazos.

Lebeña y obreros en el tejado
Llegando a Lebeña
Son las 12:30 y el sol calienta de lo lindo. Llegados a este punto debo decidir si continuar dirección Potes por Castro Cilorigo a través de la carretera o por el denominado “camino antiguo”, que va por la ladera izquierda un poco por encima de la misma y señalizado como sendero de montaña. Ya he descartado la opción Cabañes, ya que no tengo claro el alojamiento y no me apetece darme una paliza luego desde allí hasta Potes en el mismo día.

Camino amplio y claro
La flecha oculta
La opción de la carretera nacional por el desfiladero de la Hermida no me seduce lo más mínimo, por lo que tomo el camino antiguo. Voy hasta la parte alta del pueblo por una calle hasta que esta finaliza. A mi izquierda, escondida y medio borrada sobre una piedra, una flecha roja indica la dirección subiendo por la escarpada ladera de Peña Ventosa. Así pues, sigo la dirección de la flecha por la empinada ladera imaginándome el camino, haciendo zigs-zags y ganando altura en muy poco tiempo. En unos diez minutos el camino se muestra ya más claro ante mí, ya casi llano, a mano derecha, en dirección Suroeste hacia el desfiladero.

Hacia el desfiladero
Subida a Cabañes por la otra ladera
Paso por un encinar y en poco tiempo llegan zonas más escarpadas y pasos en los que hay que tener algo de cuidado de no resbalar. El sendero señalizado con marcas amarillas y blancas llega hasta un collado fácilmente reconocible por la torreta del tendido eléctrico que lo corona. Aquí comienza un paso algo aéreo en descenso en el que hay que tener cuidado con las piedras sueltas.

Paseo por el bosque
Llegando a las torretas
Sigo la línea eléctrica y sus torretas, quedando una buena caída a mi derecha, lo que también supone unas imponentes vistas sobre el desfiladero. Pasada la zona más rocosa, el camino continúa por la ladera, entre encinas y enebros y algunas mallas metálicas para evitar desprendimientos sobre la carretera.

Los pasos del desfiladero
Descendiendo a Castro Cilorigo
Siempre en descenso, una hora después de salir de Lebeña, llego hasta la carretera nacional 621 a la altura de Castro Cillorigo, a orillas del río Deva. El camino sigue por la carretera unos metros y se desvía enseguida por la derecha, cruzando el río y subiendo una cuesta. Continúa por la avenida Luís Cuevas, un camino que pasa por una chopera y cruza un riachuelo por un puente de madera, y desemboca en la carretera comarcal CA 883 a la altura de una especie de piscifactoría.

Carretera y desvío a la derecha
Cruzando un riachuelo
Con el sol cayendo sobre mí, continúo, siempre con el río Deva a mi izquierda, caminando sobre el asfalto. El cansancio y el calor hacen mella en mí y decido parar. Me siento en el asfalto unos minutos en una pequeña sombra y procedo a hidratarme. Me deben quedar unos 5 kilómetros para llegar a Potes, pero este tramo se me está haciendo durillo y muy laaaargo.

Desvío antes de Tama
Descanso en la carretera
Tras unos diez minutos, cuando el reloj marca las 2 de la tarde, reemprendo la marcha. El tramo de asfalto que empecé unos metros antes comprende unos dos kilómetros, hasta que tomo un desvío a mano derecha. La carretera giraría a la izquierda para cruzar el río y llegar a Tama, capital de Cillorigo. Yo sigo de frente por un camino de tierra, bien señalizado con su flecha roja.

Entrada a Potes
Camino ahora por una pista con cercados a ambos lados del camino que en una media hora me conduce hasta Potes. Antes de llegar paso por delante de la Hacienda del Campo y enseguida la tierra se convierte de nuevo en asfalto. En subida desemboco en otra carretera comarcal que ya en descenso me conduce hasta el centro educativo de Potes.

Cruzo el río Deva y entro en la población. Me dirijo a la oficina de información turística donde se supone que te informan y te dan la llave del albergue. Son las tres de la tarde. Está cerrada y hasta las 4 no abren. Paso junto a la antigua iglesia de San Vicente y veo que enfrente, en la plaza de la Serna, hay un supermercado El Árbol con horario continuo. Como estoy sediento entro y compro varias latas de refrescos. Tengo los pies algo cocidos, por lo que me quito las botas y me pongo las chanclas.

Oficina de turismo de Potes
Parece ser que el pueblo está en fiestas, porque están montando unas pantallas y un escenario en la zona del aparcamiento que hay frente al supermercado.

Una vez resuelto el tema de la sed, me doy cuenta de que es la hora de comer y la verdad es que tengo hambre. Mirando los menús, me siento finalmente en el restaurante La Serna donde me tomo unas fabes de primero y un escalope con salsa de cabrales de segundo.

Con la tripa llena espero a que den las cuatro. Veo algún cartel en el que compruebo que son las fiestas de la Cruz, cuyo día grande se celebra precisamente mañana. Ni que lo hubiese hecho a propósito.

Potes en fiestas
Albergue por fuera
En cuanto abren la oficina de turismo entro, me inscribo y me dan las llaves del albergue, que resultan ser unos bajos en pleno centro con unas vistas increíbles al río. El albergue es muy grande y espacioso y dispone de todas las comodidades: cocina con cacharros y microondas, comedor, unas 10 o 12 habitaciones con 6 plazas cada una en literas, todas con ventana mirando al río. También dispone de servicios con sus duchas correspondientes.

Habitación del albergue
Marco incomparable el del albergue
Cuando entro me da la impresión de que esta vacío. Voy curioseando por las habitaciones. Hay dos ocupadas, pero ahora mismo no hay nadie. Me instalo en una habitación vacía en la que también hay sábanas y mantas (no tendré que usar el saco) y me doy la deseada ducha tras la dura jornada. En un abrir y cerrar de ojos me visto con ropa limpia y me dispongo a ir hasta el monasterio de Santo Toribio, punto final del Camino Lebaniego. Pero eso ya forma parte de la Etapa 6b...


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