21 febrero 2015

PREPARATIVOS CAMINO FRANCÉS 2015

PREVIA Y PREPARATIVOS

Dejando atrás Pobeña
 A mediados de septiembre de 2014 volvía desde Santander después de recorrer la primera fase de mi noveno camino de Santiago que había comenzado un par de semanas antes en la localidad guipuzcoana de Irún.
El Camino del Norte es diferente a todos los demás y si encima el tiempo acompaña se convierte en una experiencia maravillosa a la par que relajante, ya que aúna en si mismo las bondades ya clásicas del camino junto al disfrute de la playa y la siempre bella y escarpada costa cantábrica.

Después de Güemes, el mar!
Después de este experiencia a caballo entre lo peregrino y lo “vacacional” me entraron ganas de retomar una antigua idea. Desde que terminara mi primera andadura por el camino de Santiago hace más de siete años tenía el anhelo de enfrentarme a la aventura de la peregrinación en invierno, disfrutando (o más bien padeciendo) las condiciones metereológicas de dicha estación y a ser posible en etapas con un perfil más o menos montañoso.


Estudiando el calendario y comprobando que aún me quedaban bastantes días libres en el trabajo, comencé a pensar en la posibilidad real de volver a recorrer en esos duros meses invernales parte del Camino Francés, el más genuino, aquel en el que empezó todo.

Piedras en el Camino 2007
Esta ruta, la mas conocida y utilizada por los peregrinos de hoy en día y masificada en los meses estivales, presenta su mejor aspecto según mis gustos en otoño, que es cuando la recorrí hace ya más de siete años. El número de peregrinos que se enfrentan a su trazado crece y crece sin  parar año tras año y eso hace que ya durante todos los meses del año puedas coincidir con otros peregrinos cuando la realizas. En verano puedes encontrar verdaderas multitudes. y esto puede llevar a una pérdida de su carácter más genuino y espiritual, donde todo quede reducido a madrugar mucho y darse prisa para encontrar plaza en un albergue y que en ocasiones la experiencia se pueda convertir en algo parecido a una verbena.

Por fortuna, no ocurre igual todo el año. De todo eso no queda ni rastro en invierno. Los senderos recuperan la soledad, la mayor parte de los negocios cierran y en muchos lugares puedes volver a sentir la hospitalidad de las gentes y, de manera espontánea, surge la sensación de búsqueda y libertad que emana de la peregrinación.

Caminando hasta el horizonte
Si a esto le unimos las expectativas de volver a pisar lugares tan mágicos y emblemáticos como O Cebreiro o la cruz de Ferro cubiertos por un manto de nieve o descubrir la alternativa que discurre hasta Sarria visitando el  monasterio de Samos convierten esa simple idea en un torbellino de ilusión.

Los días iban pasando y cuando el mes de octubre llegaba a su fin empecé a pensar seriamente en la posibilidad de dejarme una semana de vacaciones para finales de enero y acometer mi pequeño gran anhelo. Lo primero que quería decidir era el lugar desde el que deseaba iniciar el camino. Echando cuentas tendría unos ocho días completos para caminar y contando hacia atrás desde Santiago podría salir perfectamente desde Ponferrada para completar los 207 kilómetros que la separan de la capital gallega. Eché un vistazo a la página de Renfe y vi que para finales de enero aún no se podían comprar los billetes.

A primeros de noviembre volví a buscar en internet y, aprovechando los grandes descuentos en la compra de billetes de autobús y tren con antelación, tomé la decisión definitiva. El día 6 volví a entrar en la página de renfe y compré la vuelta (así soy yo, comenzando por el final) Santiago-Madrid para el domingo 25 de enero a las 16:05 por 18,95 €. Unos días después adquirí el billete de autobús entre Madrid y Ponferrada con salida el viernes 16 de enero a las 15:30 por 10 € . Estaba contento porque la aventura ya comenzaba a tejerse y mis primeros pasos habían sido incluso muy económicos.

Un peregrino llegando a Astorga
A los pocos días reflexioné. La decisión de comenzar en Ponferrada dejaba fuera de mi ruta el paso por el punto más alto del camino francés en la península, la Cruz de Ferro, lugar que deseaba visitar de nuevo. El ascenso desde Rabanal, pasando por Foncebadón, el tramo en altura descubriendo Manjarín y el vertiginoso descenso por El Acebo configuran un par de etapas de una belleza sin fin. Quizá debería sacrificar la llegada a Santiago, ya muy trillada, y salir desde Astorga para luego terminar en el punto hasta el que me lleven los pies. Echando cuentas podría ser Melide, un buen lugar para concluir la marcha con un pulpo a feira y una botellita de albariño. Indagando en la página web de Alsa vi que el billete de autobus que había adquirido con salida en Madrid y final en Ponferrada tenía parada en Astorga. Supuse que podría bajarme sin problemas antes de llegar al destino hasta el que había pagado, por lo que comenzaba a tener claro mis preferencias: si todo iba bien y no había pronóstico metereológico tan adverso que impidiera moverse por el camino, comenzaría en Astorga.

Palacio episcopal de Astorga (2007)
Decisión tomada. Billetes comprados. Ilusión creciendo. No hacía falta mucho más.

Yo ya había decidido mis preferencias. Después el camino y el azar dispondrán lo que deba acontecer. Echando un vistazo a las diferentes guías de internet y calculando las posibles etapas, saliendo de Astorga el sábado 17 de enero veía factible llegar a Melide el sábado siguiente, 24 de enero, lo que me daría la posibilidad de dormir allí y el domingo 25 coger un bus a Santiago para tomar el tren de regreso a Madrid; o bien terminar la etapa del sábado y coger el bus directamente hasta Santiago, donde pasaría la última noche y descansaría para el domingo por la tarde coger el tren. La segunda opción se me antojaba más apetecible y el 11 de noviembre, después de buscar diferentes opciones, decidí reservar una habitación individual con baño en una pensión céntrica de Santiago, con posibilidad de anulación, por 20€. Creo que es la primera vez después de nueve caminos que reservaba algo en el supuesto punto final de la peregrinación…

En 2007 en Melide me atrapó un pulpo
Puede que las circunstancias del camino me lleven a cambiar de opinión o que, contando con la posibilidad de temporales, nieve, lluvia, viento, no pueda llegar ni a Melide, ni a Palas de Rei o ni siquiera a Portomarín. El camino dirá.

Por aquel entonces quedaban más de dos meses y ya tenía el gusanillo de la emoción rondando por mis venas, y ahí permanecería latente. Hasta la llegada de las Navidades no volvería a preocuparme mucho por el tema y otros quehaceres ocuparían mi vida.

Una tarde, durante las fiestas navideñas, me dediqué a preparar la guía que llevaría al camino. Utilicé la de la web Gronze.com, pasándola a word. En cinco folios conseguí meter las 20 páginas que ocupaba: 2 por cara y a doble cara. Cuando ya esté en marcha y según pasen los días iré deshaciéndome de las etapas realizadas. 

Atardecer en Arzúa (2007)
Por primera vez voy a “repetir” camino. Realmente creo que no me haría falta llevar una guía escrita. Con mis recuerdos y los datos que llevo en el móvil me sobra, pero me gusta llevar un papel en el bolsillo por si en algún momento me apetece echarle un vistazo sin tener que recurrir a un artefacto electrónico. 

Durante los primeros días del año compré algo de material nuevo en el decatlon pensando sobre todo en el frío de enero: una camiseta térmica, unos calcetines más calentitos para los momentos de reposo y otros más especiales para caminar con frío y nieve y un ligero plumas que finalmente no me llevaré por considerarlo innecesario. Con esto y con el material que ya poseo tengo más que suficiente para organizar la mochila.

Por otro lado, desde octubre estoy viviendo con mi pareja en un pueblo de la sierra de Madrid, lo que me facilita las salidas y paseos por la sierra que tanto me apasionan.  Teniendo el camino a la vista, he aprovechado siempre que he podido para hacer alguna que otra escapada a la montaña y de paso coger algo de fondo físico y ponerme en forma:

Paseando por la nieve
Cae el sol y el frío se intensifica
8/12/2014 Acaba de caer la primera gran nevada de la temporada. Es día festivo y parece que el sol brillará. Realizo una ruta que enlaza el puerto de la Morcuera con el puerto de Canencia. Hay bastante nieve y la temperatura es baja, pero disfruto como un enano. En total camino casi 20 kilómetros sin grandes repechos y con un final gélido. El recorrido es de ida y vuelta y en el en la mayor parte del camino voy pisando la nieve.
 
Mirador de la Chorrera de Mojonavalle
Bonita cascada
19/12/2014 Comienzo a pensar en caminar más a menudo, intensificar el entrenamiento. Hoy, a la vuelta del trabajo, a las 4 de la tarde, subo al puerto de Canencia con el coche para dar un paseo hasta la chorrera de Mojonavalle, una cascada preciosa. En total recorro algo menos de 10 kilómetros en dos horas. Ya no hay nieve, pero si mucho barro. Paseo tranquilo por un entorno solitario.


Descendiendo por el GR 10.
Ascendiendo hacia Cotos
21/12/2014 Tomo el coche por la mañana con intención de subir hasta Cotos y desde allí hacer alguna ruta. Hay mucha nieve y el aparcamiento está lleno. Decido bajar hasta El Paular, aparcar allí mi auto y subir caminando hasta Cotos siguiendo las marcas rojiblancas del GR 10. Bonita ascensión y descenso. En la parte alta hay hielo y nieve. En total, camino algo más de 20 kilómetros en una marcha muy completa con varios tramos de desnivel positivo y negativo.
 
Sierra y luna creciente
Alto de El pendón
30/12/2014 Hoy tengo el día libre, por lo que aprovecharé toda la jornada. Salgo de mi casa, en Navalafuente, dirección Bustarviejo. Una vez allí, tomo el camino que sube al Alto de El Pendón. Corono este punto estratégico en esta zona de la sierra y desciendo por la cara opuesta, volviendo a Navalafuente después de realizar un bello itinerario circular que supone en torno a 20 kilómetros.
 
Subida al Cerro de San Pedro
¿Pero regalan algo aquí o qué?
31/12/2014 Esta noche es Nochevieja, así que me bajo a casa de mis padres. Me levanto por la mañana, recojo mis cosas y marcho a Madrid. Por el camino, entre Guadalix y Colmenar se encuentra el Cerro de San Pedro, pico que precede a las grandes montañas de la sierra madrileña. Allá que voy. Corta aunque fatigosa ascensión y sobre todo, muy concurrida. Subida y bajada durante la mañana. La excursión no llega a los 10 kilómetros, pero está bien para abrir el apetito. 
 
Pico de la Miel
Habrá que subir ahí enfrente!
3/1/2015 Me acerco con el coche al pueblo de La Cabrera, desde donde me dispongo a recorrer la ruta de integral de La Sierra de la Cabrera comenzando por su cara norte. Sigo las marcas blancas y amarillas del PR-M 13 y comienzo bordeando el pico de la Miel. 
 
Vistas de toda la Sierra de la Cabrera
Vista hacia Guadarrama
Cuando estoy llegando a Valdemanco (mitad de camino) me da la impresión de que la ruta prevista va a resultar más corta de lo que pensaba, por lo que decido subir al pico que tengo frente a mí, que no es otro que el Peña Negra (o Regajo).  Echo un vistazo al gps del movil y parece que el camino es claro. 
 
Sierra de la Cabrera y Valdemanco
Cae la tarde sobre el collado Alfrecho
Ascensión en algunos puntos bastante brusca, pero gratificante por las impresionantes vistas desde la cumbre. Desciendo y recorro la cara sur de La sierra de la Cabrera, pasando por el convento de San Antonio para finalmente llegar al coche en La Cabrera al ocaso. Ruta larga de más de 20 kilómetros.
 
Señal de la dendro-ruta
Perfil de la dendro-ruta.
13/1/2015 Ya estamos en la semana en la que parto al camino. Trataré de dar varios paseos por las tardes. En mi pueblo han creado una dendro-ruta de algo más de 5 kilómetros. Decido seguirla, una vez que he llegado a casa después del trabajo. A mitad de recorrido me desvío de ella para caminar algo más. Dos horitas caminando por el monte bajo que rodea Navalafuente.

 
Cumbre en la niebla
Mar de nubes desde lo alto
14/1/2015 A la vuelta del trabajo, camino de casa, vuelvo a subir al Cerro de San Pedro. El día presenta una niebla bastante densa. A mitad de camino la niebla se disipa. Desde lo alto se aprecia un bonito mar de nubes. Dura poco tiempo despejado. Vuelve la niebla y llega con un frío intenso, por lo que desciendo velozmente hasta el coche.
Coliseo madridista
15/1/2015 Como en la previa del Camino del Salvador (mayo 2013), el día anterior a mi marcha hay un partido importante del Madrid en el Bernabéu, está vez contra el atleti en octavos de final de la Copa del Rey, eterno rival de la ciudad, y de nuevo vuelve a caer eliminado como en aquella otra ocasión ante el Borussia Dortmun en semifinales de Champions League. Aprovecho para ir y volver al estadio caminando desde casa de mis padres (en torno a una hora por trayecto). 

Con estas he llegado al día previo a mi marcha. Ir al camino supone para mi una emoción especial, una especie de reencuentro con experiencias y sensaciones difíciles de explicar, que me ayudan a desintoxicarme de las rutinas del día a día y me cargan las pilas para afrontar las vicisitudes que acontecen en la vida. En esta ocasión debo añadir la expectativa de un camino con condiciones climáticas adversas, con la belleza e imponencia de la nieve y el frío.

Que viene el frío!!!!
El comienzo del invierno en esta temporada ha sido muy seco y algo cálido y parecía que la nieve no haría acto de presencia en mi camino. Una semana antes de mi marcha las previsiones metereológicas comenzaron a hablar de la llegada de la primera gran borrasca de la temporada y de una ola de frío a la península. A partir de hoy, jueves 15 de enero se esperan temperaturas bajo cero y nieve en la zona norte del país. La noticia me ha llenado de alegría. Mi entorno me pregunta si pienso cancelar mi escapada ante unas previsiones nada halagüeñas y se asombran al comprobar mi regocijo y entusiasmo ante la nueva y por otro lado más normal situación climatológica de estos días. Sinceramente, yo estoy convencido de que el mal tiempo me va a respetar y va a aparecer lo justo, aportando al camino lo necesario para que mi experiencia sea completa. Confío en mi buena estrella y espero que los astros, las nubes y Santiago estén de mi parte.

Todo mi equipaje en el camino
Mañana viernes 16 de enero es el gran día. Tengo que ir como cada día a trabajar y al salir debo dirigirme directamente a la estación Sur (Méndez Alvaro) donde mi autobús parte hacia la aventura a las 15:30. Tendré que llevarme la mochila al curro y salir de casa por la mañana con todo lo que voy a llevar al camino. He bajado a dormir a Madrid a casa de mis padres, dejando sola una semana a Virgnia en Navalafuente. Me da penita separarme de ella todos estos días, pero se que ella estará bien y muy pronto nos volveremos a encontrar.

De esta manera, una vez que he vuelto del fútbol y he terminado de preparar la mochila y la riñonera (en breve contaré en que consiste mi equipaje), con la tensión previa a los grandes momentos y con la incertidumbre de un camino previsiblemente condicionado por la situación metereológica, me voy a dormir. Antes de caer en los brazos de morfeo repaso mentalmente todo lo que me debo llevar mañana por la mañana y pido al buen Dios que la suerte me sea propicia y la salud me respete durante la larga semana que tengo por delante.
¡El Camino Francés me espera!
 

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